Seguid la paz con todos, y la
santidad, sin la cual nadie verá al Señor. (Hebreos 12:14).
Desde la eternidad Dios escogió
para el hombre la opción de la santidad. "La voluntad de Dios es vuestra santificación". El eco de su
voz llega hasta nosotros, diciéndonos: "Más santo, aún más santo".
Nuestra respuesta siempre debería ser: "Sí, Señor, más santo
todavía".
Al nacer, nadie recibe la
santidad como un derecho o como un regalo que otra persona pueda darle. La
santidad es un don que recibimos de Dios por intermedio de Cristo. Los que
aceptan al Salvador llegan a ser hijos espirituales de Dios. Constituyen sus
hijos nacidos de nuevo, renovados en la justicia y en la verdadera santidad. Su
mente cambia. Y al producir la renovación de la visión, pueden contemplar las
realidades eternas. Gracias al Espíritu Santo, al ser adoptados en la familia
de Dios son transformados de gloria en gloria, a su semejanza. Después de haber cultivado el amor al yo como
algo supremo, ahora dedican al Padre y a Cristo todo su amor.
"Justificados, pues, por la
fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". Justificar quiere decir perdonar. Al ser
purgado de las obras muertas, el corazón queda en condiciones de recibir todas
las bendiciones. "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque
Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad". "Haced todo sin
murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de
Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la
cual resplandecéis como luminares en el mundo".
El amor de Dios abrigado en el corazón, y manifestado por medio de las palabras y las acciones, hará más para elevar y ennoblecer a los seres humanos que cualquier otro recurso. Este amor encuentra completa y total expresión en la vida de Cristo. Sobre la cruz, el Salvador hizo expiación por la raza caída. La santidad es fruto de ese sacrificio. Por su muerte se nos pudo hacer la promesa de este gran don.
El
mayor anhelo de Cristo es otorgarnos la santidad. Desea hacemos partícipes de
su naturaleza. Quiere salvar a los que se separaron de Dios por su propia
cuenta. Los insta a que escojan servirlo
y se entreguen completamente a él, para que puedan aprender del Señor cómo
hacer la voluntad de Dios.- Signs of the Times, 17 de diciembre de 1902. 99
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