miércoles, 24 de marzo de 2021

25. “OBEDIENCIA” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU. (EL ESPÍRITU SANTO)

Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir (1 Pedro 1:14,15).

¿Qué es lo que Dios exige?  Perfección, y nada menos que perfección. Pero, si fuéramos perfectos, no deberíamos confiar en nosotros mismos. Diariamente tenemos que entender y recordar que no podemos apoyamos en el yo. Necesitamos aferramos a las promesas de Dios con una fe vigorosa. Con una cabal comprensión de nuestra impotencia debemos pedir el Espíritu Santo. Entonces, cuando el Espíritu actúe no nos atribuyamos la gloria a nosotros mismos. Este Agente divino gratuitamente cuidará de nuestro corazón con el fin de exponerlo a los brillantes rayos del Sol de Justicia. Por intermedio de la fe seremos guardados por el poder de Dios.

Cuando estemos diariamente bajo el control de su Espíritu, seremos el pueblo que guarda los mandamientos. Podremos mostrar al mundo que la obediencia a las órdenes divinas tiene su recompensa ahora, y en la bendita vida futura. A pesar de nuestra profesión de fe, el Señor, que pesa nuestras acciones, nos ve como una imperfecta representación de Cristo. Nos dice que semejante situación no nos permite glorificarlo a él.

Entregar todo el ser a Dios es más que un simple compromiso. Significa que debemos vivir y andar por la fe, sin ánimo de confiar ni de glorificar nuestro propio yo, sino mirando a Jesús, nuestro Abogado, Autor y Consumador de la fe. El Espíritu Santo desea obrar en el corazón del contrito, pero nunca podrá hacer algo en los que se consideran importantes y justos. En su propia sabiduría piensan que podrían reformarse a sí mismos. El Espíritu de Dios puede obrar únicamente si el yo no se interpone.

¿En qué reside nuestra dependencia? ¿Dónde está nuestra ayuda? La Palabra de Dios nos dice: "Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14: 26). El Espíritu Santo está listo para cooperar con el que está dispuesto a recibirlo y a ser enseñado por él. Todo los que se apoyan en la verdad y son santificados por intermedio de ella, están unidos a Cristo y en condiciones de representarlo en palabra y acción.- Manuscript Releases, t. 12, pp. 52, 53. 96

 

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