miércoles, 31 de marzo de 2021

ENLACES RECIBIRÉIS PODER (EGW). III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

01. “FRAGANCIA CELESTIAL”

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02. “EL ARREPENTIMIENTO COMO PRIMER FRUTO”

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03. “AMOR”

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04. “GOZO”

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05. “PAZ”

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06. “PACIENCIA”

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07. “BENIGNIDAD”

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08. “BONDAD”

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09. “FE”

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10. “MANSEDUMBRE”

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11. “TEMPERANCIA”

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12. “DOMINIO PROPIO”

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13. “BONDAD”

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14. “CARIDAD”

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15. “CONTENTAMIENTO”

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16. “GRATITUD”

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17. “ARMONÍA”

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18. “UNIDAD” 

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19. “FRATERNIDAD”

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20. “AMOR FRATERNAL”

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21. “GENEROSIDAD”

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22. “BENEVOLENCIA”

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23. “PUREZA”

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24. “BELLEZA EXTERIOR”

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25. “OBEDIENCIA”

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26. “CONFIANZA”

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27. “PIEDAD”

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28. “SANTIDAD”

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29. “HUMILDAD”

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30. “DEPENDENCIA”

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31. “SEMEJANZA A CRISTO”

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AUDIO

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martes, 30 de marzo de 2021

31. “SEMEJANZA A CRISTO” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. (1 Juan 3: 2).

Pronto vendrá Cristo en las nubes de los cielos; por lo tanto, tenemos que estar preparados para encontrarnos con él libres de toda mancha, arruga o algo semejante. Ahora debemos aceptar la invitación de Cristo: "Venid a mí todos los que estáis cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas" (Mat. 11: 28, 29).  Las palabras dichas a Nicodemo tienen un gran valor práctico para los que vivimos en este tiempo: "El que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu" (Juan 3: 5-8).

Nuestros corazones tienen que experimentar el poder de conversión de Dios. Debemos estudiar la vida de Cristo para imitar al Modelo divino. Es fundamental que nos apoyemos en la perfección del carácter de Jesús para transformamos a su imagen. Nadie entrará en el reino de Dios a menos que sojuzgue sus pasiones y rinda su voluntad en cautiverio a Cristo.

El cielo está libre del pecado y de toda mancha e impureza.  Si deseamos vivir en esa atmósfera, y si contemplamos la gloria de Cristo, en virtud de su gracia y su justicia seremos puros de corazón y de carácter perfecto. No debemos relacionarnos con el placer o los pasatiempos, ya que nos estamos preparando para las gloriosas mansiones que Jesús fue a alistar para nosotros. Si somos fieles, si buscamos ser una bendición para otros, y si somos pacientes en el bien hacer, cuando venga Cristo nos coronará con la gloria, la honra y la inmortalidad.- Review ande Herald, 28 de abril de 1891. 101

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30. “DEPENDENCIA” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. (Filipenses 3: 12).

En la etapa del primer amor, la vida cristiana se caracteriza por la sencillez y lozanía; pero en la medida en que las oportunidades se multiplican, la experiencia y el conocimiento tendrían que aumentar. Es necesario fortalecerse para asumir responsabilidades, y la madurez debe estar en proporción a los privilegios... A menos que a cada instante dependamos de Jesús, el aumento del conocimiento y de los privilegios pueden fortalecer el yo y la justicia propia. La juventud cristiana estará en peligro de olvidar que habiendo sido el Señor el que comenzó en ellos la buena obra, él mismo es el que debe también concluirla. Es indispensable renunciar a todo mérito personal, y confiar completamente en los de Aquel que es demasiado sabio para equivocarse. Por sí mismo el nombre no puede hacer nada bueno. Jesús dijo: "Separados de mí nada podéis hacer" (Juan 15:5). El creyente debe permanecer en Dios.

Todo el cielo se vació en el don de Cristo, y por intermedio de Jesús se promete el Espíritu Santo a los creyentes. El Señor dijo a sus discípulos: "Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14: 26). Además del perdón, y el arrepentimiento, Cristo también ofrece al creyente la constante ayuda del Espíritu Santo. En el crecimiento de la semilla, el hombre no puede ver los agentes invisibles que llevan a la planta al desarrollo perfecto habiendo sido primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga. Aunque tierno en la fe, usted puede tener la certeza de que pasó de muerte a vida y, como resultado, aparecerán los frutos del Espíritu. Si crece en fe, en la esperanza y el amor, puede saber que su visión espiritual ha sido aclarada. Si le place reflexionar en el plan de la salvación y en las gloriosas manifestaciones del carácter divino, y si como resultado de reflexionar en el amor Dios su corazón brilla por efecto del agradecimiento y la felicidad, puede estar seguro que ha sido iluminado por los rayos del Espíritu Santo y que los agentes celestiales están educando su carácter y elevándolo a la madurez de la vida cristiana.- Signs of the Times, 27 de marzo de 1893. 101

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domingo, 28 de marzo de 2021

29. “HUMILDAD” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU. (EL ESPÍRITU SANTO)

Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión, diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; hemos pecado, hemos cometido iniquidad, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. (Daniel 9:4, 5).

La santificación espuria, con su jactancioso espíritu de justicia propia, es extraña a la religión de la Biblia.  La mansedumbre y la sumisión son frutos del Espíritu. El profeta Daniel fue un ejemplo de auténtica santificación. Su vida fructífera se caracterizó por un incondicional servicio al Maestro. Fue una persona muy amada por el cielo (véase Dan. 10: 11), y se le concedió una honra tal que raramente ha sido otorgada a los mortales. Además, la pureza de su carácter y su fidelidad a toda prueba era igualada únicamente por la sumisión y contrición que lo caracterizaban.

Este honroso profeta estaba tan identificado con el indiscutiblemente pecaminoso pueblo de Israel que, en lugar de considerarse puro y santo, imploró: "Porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias". "Hemos pecado, hemos hecho impíamente". "A causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro".

Después afirmó: "Estaba hablando y orando, y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo" (Dan. 9: 18, 15, 16, 20). Y al final, cuando el Hijo de Dios vino en respuesta a sus plegarias con el propósito de instruirlo, testificó: "Mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno" (Dan. 10: 8).

Los que realmente están buscando la perfección del carácter jamás deben dejarse dominar por la idea de que son sin pecado. Cuanto más se espacie la mente en el carácter de Cristo, y cuando más se aproxime a su divina imagen, tendrá un discernimiento más claro acerca de su perfección inmaculada; en consecuencia, mayor y más profundo será el concepto de sus defectos y debilidades. Los que piensan estar libres del pecado, manifiestan que están lejos de la santidad.  Dicha actitud es el resultado de no tener un conocimiento claro acerca de Cristo, pues creen que pueden reflejar su divina imagen teniéndose a sí mismos como modelo. Cuanto mayor sea la distancia entre el creyente y el Salvador, más justa se considerará la persona en su propia opinión. Spirit of Prophecy, t. 4, pp. 301, 302. 100

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sábado, 27 de marzo de 2021

28. “SANTIDAD” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU. (EL ESPÍRITU SANTO)

Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor. (Hebreos 12:14).

Desde la eternidad Dios escogió para el hombre la opción de la santidad. "La voluntad de Dios es vuestra santificación". El eco de su voz llega hasta nosotros, diciéndonos: "Más santo, aún más santo". Nuestra respuesta siempre debería ser: "Sí, Señor, más santo todavía".

Al nacer, nadie recibe la santidad como un derecho o como un regalo que otra persona pueda darle. La santidad es un don que recibimos de Dios por intermedio de Cristo. Los que aceptan al Salvador llegan a ser hijos espirituales de Dios. Constituyen sus hijos nacidos de nuevo, renovados en la justicia y en la verdadera santidad. Su mente cambia. Y al producir la renovación de la visión, pueden contemplar las realidades eternas. Gracias al Espíritu Santo, al ser adoptados en la familia de Dios son transformados de gloria en gloria, a su semejanza.  Después de haber cultivado el amor al yo como algo supremo, ahora dedican al Padre y a Cristo todo su amor.

"Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo". Justificar quiere decir perdonar. Al ser purgado de las obras muertas, el corazón queda en condiciones de recibir todas las bendiciones. "Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad". "Haced todo sin murmuraciones y contiendas, para que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares en el mundo".

El amor de Dios abrigado en el corazón, y manifestado por medio de las palabras y las acciones, hará más para elevar y ennoblecer a los seres humanos que cualquier otro recurso. Este amor encuentra completa y total expresión en la vida de Cristo. Sobre la cruz, el Salvador hizo expiación por la raza caída. La santidad es fruto de ese sacrificio. Por su muerte se nos pudo hacer la promesa de este gran don. 

El mayor anhelo de Cristo es otorgarnos la santidad. Desea hacemos partícipes de su naturaleza. Quiere salvar a los que se separaron de Dios por su propia cuenta. Los insta a que escojan servirlo y se entreguen completamente a él, para que puedan aprender del Señor cómo hacer la voluntad de Dios.- Signs of the Times, 17 de diciembre de 1902. 99

 

viernes, 26 de marzo de 2021

27. “PIEDAD” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque le llevó Dios. (Génesis 5: 24).

La piedad es el fruto del carácter cristiano. Si permanecemos en la vid, produciremos los frutos del Espíritu. La vida de la vid se manifiesta por intermedio de los sarmientos. Debemos mantener una estrecha e íntima relación con el cielo si deseamos poseer la virtud de la piedad. Si deseamos reflejar su imagen, y queremos demostrar que somos hijos e hijas del Altísimo, en nuestros hogares Jesús debe ser huésped y miembro de la familia.

La religión en el hogar es fundamental. Si el Señor habita entre sus integrantes, sentiremos que somos miembros de la familia celestial. El ser conscientes de que hay ángeles del cielo que nos observan, contribuirá para que seamos amables y pacientes. Necesitamos prepararnos para entrar en las cortes celestiales, y para ello debemos cultivar la cortesía, la piedad, la conversación santa y centrar los pensamientos en temas de origen celestial.

Enoc caminó con Dios. Honró al Señor en cada asunto de su vida. En el trabajo o en el hogar, siempre preguntaba: "¿Agradará esto al Señor?" Al tener en mente a Dios y al aceptar sus consejos, fue produciéndose la transformación del carácter de tal manera que lo convirtió en un hombre piadoso, cuya vida agradó al Señor. Tenemos la exhortación de añadir a la piedad, afecto fraternal. ¡Oh, cuánto necesitamos avanzar en esta dirección para poder sumar dicha virtud al carácter!  En muchos hogares predomina un espíritu duro y combativo. Las expresiones de crítica y las acciones desprovistas de bondad son una ofensa a Dios. Las órdenes dictatoriales arrogantes, y las conductas dominantes no son aceptables en el cielo. La razón por la cual existen tantas diferencias entre los hermanos, es porque se han equivocado al no añadir a su carácter la bondad fraternal. Deberíamos manifestar por los otros el mismo amor que Cristo siente por nosotros.

El Señor del cielo considera al ser humano de gran estima. Pero si una persona no es bondadosa en el seno de su propia familia, no está en condiciones para participar del hogar celestial. Si está contenta con su manera de ser, sin importarle las heridas causadas por su trato, no podrá sentirse feliz en el cielo, a menos que allí pueda gobernar. La paz de Dios permanecerá en el hogar sólo si permitimos que el amor de Cristo tenga el control del corazón.- Review and Herald, 21 de febrero de 1888. 98

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jueves, 25 de marzo de 2021

26. “CONFIANZA” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU. (EL ESPÍRITU SANTO)

No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón. (Hebreos 10: 35).

El apóstol Juan escribe: "Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho" (1 Juan 5: 14, 15). Transmitámosle a la gente estas promesas para que sus conceptos se amplíen y su fe crezca. Deberíamos instarla a pedir las riquezas de su gracia con insistencia, y a esperar sin dudar, ya que por intermedio de Jesús podemos entrar a la cámara de audiencias del lugar santísimo. Gracias a sus méritos tenemos acceso al Padre por intermedio del Espíritu.

¡Oh, que podamos tener una experiencia más profunda en la oración! Aproximémonos a Dios con toda confianza sabiendo que contamos con la presencia y el poder de su Santo Espíritu. Al confesar nuestros pecados, en el momento que lo solicitemos, podemos tener la certeza del perdón de nuestras transgresiones basados únicamente en su promesa. Necesitamos ejercer fe, y expresar la verdad con ahínco y humildad. Sin embargo, desprovistos del Espíritu Santo nunca podremos hacerlo. Por eso, negando al yo y dejando de cultivar la exaltación propia, con toda sencillez deberíamos buscar al Señor para solicitar el Espíritu Santo, así como un niño pide pan a sus padres.

Debemos hacer la parte que nos corresponde: aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal. Al permanecer bajo la cruz del Calvario podremos "mirar para vivir". Dios apartó a sus hijos para sí mismo, y, en la medida que se relacionen con él, recibirán poder para prevalecer. Por nosotros mismos nada podemos hacer. Pero, por intermedio de su Santo Espíritu, se importen al creyente la vida y la luz para que pueda llenarse de un deseo vehemente y sincero de Dios y de su santidad. Gracias a que el Dios del cielo nos ama, vistiéndonos de su justicia, Cristo nos conduce al trono de la misericordia. Seríamos ciegos y tercos al dudar de que su corazón está de nuestra parte. Mientras el Intercesor, Jesús, aboga en el cielo en nuestro favor, el Espíritu Santo actúa en nosotros así el querer como el hacer por medio de su buena voluntad. Todo el cielo está interesado en la salvación del creyente. Entonces, ¿Qué razones tenemos para dudar de que el Señor desea ayudarnos? Signs of the Times, 3 de octubre de 1892. 97

 

miércoles, 24 de marzo de 2021

25. “OBEDIENCIA” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU. (EL ESPÍRITU SANTO)

Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir (1 Pedro 1:14,15).

¿Qué es lo que Dios exige?  Perfección, y nada menos que perfección. Pero, si fuéramos perfectos, no deberíamos confiar en nosotros mismos. Diariamente tenemos que entender y recordar que no podemos apoyamos en el yo. Necesitamos aferramos a las promesas de Dios con una fe vigorosa. Con una cabal comprensión de nuestra impotencia debemos pedir el Espíritu Santo. Entonces, cuando el Espíritu actúe no nos atribuyamos la gloria a nosotros mismos. Este Agente divino gratuitamente cuidará de nuestro corazón con el fin de exponerlo a los brillantes rayos del Sol de Justicia. Por intermedio de la fe seremos guardados por el poder de Dios.

Cuando estemos diariamente bajo el control de su Espíritu, seremos el pueblo que guarda los mandamientos. Podremos mostrar al mundo que la obediencia a las órdenes divinas tiene su recompensa ahora, y en la bendita vida futura. A pesar de nuestra profesión de fe, el Señor, que pesa nuestras acciones, nos ve como una imperfecta representación de Cristo. Nos dice que semejante situación no nos permite glorificarlo a él.

Entregar todo el ser a Dios es más que un simple compromiso. Significa que debemos vivir y andar por la fe, sin ánimo de confiar ni de glorificar nuestro propio yo, sino mirando a Jesús, nuestro Abogado, Autor y Consumador de la fe. El Espíritu Santo desea obrar en el corazón del contrito, pero nunca podrá hacer algo en los que se consideran importantes y justos. En su propia sabiduría piensan que podrían reformarse a sí mismos. El Espíritu de Dios puede obrar únicamente si el yo no se interpone.

¿En qué reside nuestra dependencia? ¿Dónde está nuestra ayuda? La Palabra de Dios nos dice: "Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14: 26). El Espíritu Santo está listo para cooperar con el que está dispuesto a recibirlo y a ser enseñado por él. Todo los que se apoyan en la verdad y son santificados por intermedio de ella, están unidos a Cristo y en condiciones de representarlo en palabra y acción.- Manuscript Releases, t. 12, pp. 52, 53. 96

 

martes, 23 de marzo de 2021

24. “BELLEZA EXTERIOR” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU. (EL ESPÍRITU SANTO)

No tiene temor de la nieve por su familia, Porque toda su familia está vestida de ropas dobles. Ella se hace tapices; De lino fino y púrpura es su vestido... (Prov. 31: 21-23).

Educar, educar, educar. Los padres que recibieron la verdad deben formar sus hábitos y prácticas en armonía con la dirección que Dios ha dado. El Señor desea que todos recordemos que el servicio a Dios es puro y santo. Por lo tanto, los que reciben la verdad deben ser santificados por el Espíritu en temperamento y corazón, en la conversación, en la vestimenta y en el hogar, para que los invisibles ángeles de Dios puedan ministrar a los que serán herederos de la salvación.

Todos los que se unen a la feligresía deberían mostrar las evidencias de la transformación del carácter, que se manifiesta por la reverencia hacia las cosas santas. Todo el ser tiene que estar moldeado conforme al refinamiento de Cristo. Deberían ser lo suficiente humildes para recibir instrucciones en todos los aspectos en que son descuidados, y que pueden y deben cambiar. Tienen que ejercer una influencia cristiana. Los que no manifiestan cambios en palabras y comportamiento, ni en la vestimenta o en su hogar, están viviendo por su propia cuenta y no en Cristo. No son nuevas criaturas en Cristo Jesús. No gozan de la purificación del corazón y de todo lo que los rodea.

Los cristianos serán juzgados por los frutos que produzca la obra de reforma. Mostrarán el efecto que produjo en ellos cada verdad. El que llega a ser hijo de Dios debe practicar hábitos de orden y limpieza. Por pequeña que sea, cada acción ejerce su influencia. El Señor desea que cada ser humano sea un agente por intermedio del cual Cristo pueda manifestar el Espíritu Santo. No hay razón para que los cristianos sean indiferentes o descuidados con relación a su apariencia exterior.  Deben ser pulcros y estar bien arreglados, pero sin adornos. Interior y exteriormente también deben ser puros.- Testimonies to Southern África, p. 87. 95

 

lunes, 22 de marzo de 2021

23. “PUREZA” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU. (EL ESPÍRITU SANTO)

Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.  (Mateo 5: 8).

Cuando el templo interior es vaciado completamente del yo, y todo dios falso es desalojado, el lugar lo llena la afluencia del Espíritu de Cristo. Es así como uno adquiere la fe que obra por amor, y purifica al creyente de toda corrupción moral y espiritual. El Espíritu Santo, el Consolador, puede actuar influyendo y orientando la mente para que pueda gozarse en los asuntos espirituales.  Entonces la persona anda "conforme al Espíritu" (Rom. 8: 1), y piensa en los temas del Espíritu y desconfía de sí misma. Cristo es el todo y en todos. El Espíritu Santo en forma constante revela la verdad. Si el creyente recibe con humildad la palabra injertada, tributará al Señor toda su gloria diciendo: "Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu".  "Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido" (1 Cor. 2: 10, 12).

Además de la revelación, el Espíritu también produce frutos de justicia. Cristo es para el creyente "una fuente de agua que salte para vida eterna" (Juan 4: 14). Es un sarmiento de la Vid verdadera que lleva muchos frutos para la gloria de Dios. ¿Cuál es la característica del fruto?  "Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley" (Gál. 5: 22, 23).

Los que tienen el Espíritu serán sinceros colaboradores con Dios. Las inteligencias celestiales cooperarán con ellos, y serán probados con el Espíritu del mensaje del cual son portadores.  Constituyen un espectáculo para el mundo, los ángeles y los hombres. Por creer en la verdad son refinados y ennoblecidos por intermedio de la santificación del Espíritu. En el santuario interior no acumularon madera, heno o rastrojos.  Por el contrario, atesoraron oro, plata y piedras preciosas. Hablan palabras de sólido significado, y de los tesoros del corazón extraen temas puros y sagrados, de acuerdo con el ejemplo de Cristo.- The Home Missionary, 1/11/1893, p. 29. 

 

domingo, 21 de marzo de 2021

22. “BENEVOLENCIA” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra. (2 Corintios 9: 7, 8).

Cuando los corazones de los hombres han sido enternecidos por la presencia del Espíritu de Dios, son más sensibles a las impresiones del Espíritu Santo, y resuelven negarse a sí mismos y sacrificarse por la causa de Dios. Al brillar la divina luz en las cámaras de la mente, con claridad y fuerza inusitadas, es cuando los sentimientos del hombre natural quedan vencidos y el egoísmo pierde su poder sobre el corazón y se despiertan los deseos de imitar al Modelo, Jesucristo, en la práctica de la abnegación y la generosidad. Entonces la disposición del hombre naturalmente egoísta se impregna de bondad y compasión hacia los pecadores perdidos, y formula una solemne promesa a Dios como lo hicieron Abrahán y Jacob.

En tales ocasiones los ángeles celestiales están presentes. El amor hacia Dios y la gente triunfa sobre el egoísmo y el amor al mundo. Esto sucede especialmente cuando el predicador, con el Espíritu y el poder de Dios, presenta el plan de redención trazado por la Majestad celestial en el sacrificio de la cruz.

Dios le ha dado al creyente algo que hacer para lograr la salvación de sus semejantes. Puede obrar en relación con Cristo haciendo actos de misericordia y de beneficencia. Pero, no puede redimirlos porque es incapaz de satisfacer las exigencias de la justicia insultada. Esto lo pudo hacer sólo el Hijo de Dios, poniendo a un lado su honra y gloria, revistiendo de humanidad su divinidad, y viniendo a la tierra para humillarse y derramar su sangre en favor de la familia humana.

Al comisionar a sus discípulos para que fuesen "por todo el mundo" a predicar el evangelio "a toda criatura" (Mar. 16: 15), Cristo encomendó a los hombres la obra de difundir las buenas nuevas. Pero mientras algunos salen a predicar, invita a otros a que satisfagan sus demandas en cuanto a los diezmos y ofrendas con que sostener el ministerio y difundir la verdad en forma impresa por toda la tierra.- Joyas de los testimonios, t. 1, pp. 551, 552. 93

 

21. “GENEROSIDAD” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

Que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad. (2 Corintios 8: 2).

Venceremos el egoísmo y ejemplificaremos la mente de Cristo únicamente cuando los propósitos cristianos sean conocidos en plenitud, la conciencia sea despertado al deber, y la luz divina deje sus impresiones en el corazón y el carácter. Cuando el Espíritu Santo obre en ellos, arrojarán todas las tendencias codiciosas y los deseos engañosos.

Cuando un siervo del Señor es portador de un mensaje para la iglesia, es Dios mismo quien habla al pueblo para despertar su conciencia a fin de que sepa que no le ha entregado un diezmo fiel, y que se equivoca cuando le parece que no es conveniente presentarle sus ofrendas. Utilizan el dinero del Señor con propósitos personales al construir casas, comprar caballos, carruajes y tierras para obtener buenos dividendos, mientras que cada año repiten la misma excusa para abstenerse de dar. "¿Robará el hombre a Dios?" (Mal. 3: 8).  Por supuesto que puede. Al no tener una mente espiritual, muchas veces incurre en este error por falta de discernimiento.

En algunas ocasiones, el Señor obra decididamente en el corazón de los que son mundanos y egoístas. Mediante el Espíritu Santo ilumina sus mentes y por su influencia enternece y subyuga su corazón. Inspirados por un sentido de la abundante gracia de Dios, llegan a considerar un deber el promover su causa y construir su reino. Aceptan el consejo: "Haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan" (Mat. 6: 20).  Desean tener parte en el reino de Dios y se comprometen a dar de sus recursos para los proyectos de la causa del Señor. El compromiso no lo hacen con los hombres, sino con Dios, en la presencia de sus santos ángeles, que obran en el corazón de hombres que fueron egoístas y amadores del dinero.- Review and Herald, 23 de mayo de 1893. 92

 

sábado, 20 de marzo de 2021

20. “AMOR FRATERNAL” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros. (Romanos 12: 10).

Cuando el Espíritu Santo inunde las mentes humanas, desaparecerán todas las quejas y las acusaciones mezquinas que ocurren entre los hombres y sus semejantes. Los luminosos rayos del Sol de Justicia brillarán en las cámaras de la mente y el corazón. En nuestro culto a Dios no debe existir distinción entre ricos y pobres, ni entre blancos y negros. Debe eliminarse todo prejuicio. Cuando nos acercamos a Dios, debemos hacerlo como una sola hermandad. Somos peregrinos y extranjeros, y vamos en viaje hacia una tierra mejor, a saber, la patria celestial. Allí terminarán para siempre todo orgullo, toda acusación y toda vana ilusión. Se quitará toda máscara y "lo veremos tal como él es" (1 Juan 3: 2). Allí nuestros cantos repetirán el tema inspirador, y tributarán alabanza y agradecimiento a Dios.

El Señor Jesús vino a esta tierra a salvar a los hombres y las mujeres de todas las nacionalidades. Murió tanto por la raza de color como por la raza blanca. Jesús vino para iluminar a todo el mundo. Al comienzo de su ministerio declaró cuál era su misión: "El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos, a predicar el año agradable del Señor" (Luc. 4: 18, 19).

Los ojos de Dios están sobre todas sus criaturas, él las ama a todas, y no establece diferencia alguna entre el blanco y el negro; la única diferencia consiste en tratar con especial y tierna compasión a los que tienen que soportar cargas más pesadas que otros. Los que aman a Dios y creen en Cristo como su Redentor, aunque tengan que hacer frente a las pruebas y a las dificultades que encuentran a su paso, deben aceptar con un espíritu gozoso su vida tal como es, y considerar que Dios ve todas estas cosas desde lo alto, y que por todo lo que el mundo deja de proporcionarles, Dios mismo los resarcirá con sus favores escogidos.- Mensajes selectos, t. 2, p. 551. 91

 

jueves, 18 de marzo de 2021

19. “FRATERNIDAD” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos unos.  Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado. (Juan 17: 22, 23).

Se presentan grandes desafíos al esfuerzo cristiano; lamentablemente estamos muy distantes de alcanzarlos. Si nuestras prácticas armonizaran con los planes del Señor, los resultados serían gloriosos. Él dice: "Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste" (Juan 17: 20, 21).

Jesús no oró por lo que están fuera de nuestro alcance. Y si la unidad es posible, ¿por qué los seguidores de Cristo no luchamos con más intensidad para alcanzar este don de su gracia?  Cuando seamos uno con Cristo, llegaremos a ser uno con sus otros seguidores. Nuestra mayor necesidad es Jesús, la esperanza de gloria. Mediante el Espíritu Santo es posible lograr dicha unidad; con ella abundará el amor entre los hermanos, y la gente reconocerá que lo aprendimos al estar con Jesús. Nuestras vidas serán un refiero de su carácter santo si representamos su mansedumbre de espíritu y su delicadeza de comportamiento. Individualmente, la iglesia de Dios debe responder la oración de Cristo hasta que todos lleguemos a la unidad del Espíritu.

¿Cuáles son las causas de las disensiones y las discordias?  Es el resultado de vivir sin relacionarnos con Cristo. Al alejarnos dejaremos de amarlo, y, como consecuencia, se enfriará nuestras relaciones con otros seguidores del Maestro. Cuanto más lejos se retiran los rayos de luz de su centro, tanto mayor será la distancia que separará al uno del otro. Cada creyente es un rayo de luz de Cristo, el Sol de Justicia. Cuanto más cerca estemos de Jesús. el centro de luz y amor, más intenso será nuestro afecto por los otros portadores de la luz. Cuando los santos permiten que Cristo los atraiga, mayor será la necesidad de sentirse cerca el uno del otro por la santificadora gracia del Señor que ata sus corazones. No podemos decir que amamos a Dios si faltamos en amar a nuestros hermanos.- EGW 1888 Materials, pp. 1048, 1049. 90

 

18. “UNIDAD” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. (Juan 17: 20, 21).

La armonía y unión existentes entre hombres de diversas tendencias es el testimonio más poderoso que pueda darse de que Dios envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. A nosotros nos toca dar este testimonio; pero, para hacerlo, debemos colocarnos bajo las órdenes de Cristo. Nuestro carácter debe armonizar con el suyo, nuestra voluntad debe rendirse a la suya. Entonces trabajaremos juntos sin contrariarnos.

Cuando uno se detiene en las pequeñas divergencias, se ve llevado a cometer actos que destruyen la fraternidad cristiana. No permitamos que el enemigo obtenga en esta forma la ventaja sobre nosotros. Mantengámonos siempre más cerca de Dios y más cerca unos de otros. Entonces seremos como árboles de justicia plantados por el Señor, y regados por el río de la vida. ¡Cuántos frutos llevaremos! ¿No dijo Cristo: "En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto" (Juan 15: 8)?

El Salvador anhela que sus discípulos cumplan el plan de Dios en toda su altura y profundidad. Deben estar unidos en él, aunque se hallen dispersos en el mundo. Pero Dios no puede unirlos en Cristo si no están dispuestos a abandonar su propio camino para seguir el suyo.

Cuando el pueblo de Dios crea sin reservas en la oración de Cristo, y en la vida diaria ponga sus instrucciones en práctica, habrá unidad de acción en nuestras filas. Un hermano se sentirá unido al otro por las cadenas del amor de Cristo. Sólo el Espíritu de Dios puede realizar esta unidad. El que se santificó a sí mismo puede santificar a sus discípulos. Unidos con él, estaremos unidos unos a otros en la fe más santa. Cuando nos esforcemos para obtener esta unidad como Dios desea que luchemos, la disfrutaremos.- Joyas de los testimonios, t. 3, pp. 246, 247. 89

 

martes, 16 de marzo de 2021

17. “ARMONÍA” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación. (Efesios 4: 3, 4).

El Espíritu Santo desea actuar con el instrumento humano que es consagrado; este es el propósito de Dios. Nadie podrá cerrar la puerta que él abrió entre el cielo y la tierra. Invita a cada uno a ser puro y santo, y a que se santifique, a fin de que la obra para este tiempo pueda realizarse. Cuando el pueblo de Dios establezca una correcta relación sólo con él, y del uno con el otro, el Espíritu Santo será impartido en plenitud para la complementación armoniosa de todos los integrantes del cuerpo.

Nada debilita tan manifiestamente a una iglesia como la desunión y la contienda. Nada batalla más contra Cristo y la verdad que ese espíritu. "Por sus frutos los conoceréis" (Mat. 7: 20).  "¿Acaso alguna fuente echa por una misma abertura agua dulce y amarga?  Hermanos míos, ¿puede acaso la higuera producir aceitunas, o la vid higos?  Así también ninguna fuente puede dar agua salada y dulce. ¿Quién es sabio y entendido entre vosotros?  Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre" (Sant. 3: 11-13).

"Por lo cual, levantad las manos caídas y las rodillas paralizadas; y haced sendas derechas para vuestros pies, para que lo cojo no se salga del camino, sino que sea sanado. Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.  Mirad bien, no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados" (Heb. 12: 12-15).

Mientras estemos en este mundo cada uno debe mantenerse unido al otro. La humanidad está entrelazada y entretejida entre sí. El Señor nos creó de este modo, y, cuando se producen desengaños, nadie debe pensar lo peor acerca del otro. Aunque somos miembros individuales, integramos un cuerpo que es un todo. Las batallas de la vida las libramos en el desamparo y la desilusión, y como hijos e hijas de Dios a los que también llama sus amigos, nos convoca para que nos ayudemos unos a otros. Esto es parte del cristianismo práctico.- Signs of the Times, 7 de febrero de 1900. 88

 

lunes, 15 de marzo de 2021

16. “GRATITUD” III. FRUCTÍFEROS EN EL ESPÍRITU.

Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5: 18).

Hay muchas angustias innecesarias, problemas que agitan la mente y otras realidades sobre los cuales nada podemos hacer. El Señor desea que sus hijos confíen en él plenamente. Nuestro Señor es un Dios justo y recto. Sus hijos deberían conocer su bondad y su justicia, tanto en los asuntos importantes como en los comunes de la vida. Los que abrigan un espíritu angustiado y quejoso rehusan reconocer la realidad de su mano guiadora. La ansiedad innecesaria es una insensatez que impide relacionarse con Dios en la forma debida.

Cuando el Espíritu Santo está entronizado en el creyente, no hay inclinación de quejarse o de murmurar cuando no se tiene todo lo que uno quisiera. Al contrario, hay deseos de agradecer a Dios de todo corazón por las bendiciones recibidas. Entre los que sirven al Señor existe una gran necesidad de ser más agradecidos. A menos que desarrollemos el debido espíritu, no estaremos preparados para tener un lugar en el reino de los cielos. Hay una gran tarea que debe realizarse en cada uno de nosotros. Infelizmente comprendemos muy poco acerca de la gran obra que Dios desea hacer por nuestro intermedio. Deberíamos tratar de alcanzar la plenitud de sus planes, y obtener el mayor provecho de cada lección que él ha tratado de enseñarnos.

Muchos asuntos perjudiciales, resultantes de la imaginación, ocupan el corazón cuando tratamos de realizar nuestra voluntad, contraria a la ley de la bondad. Es en este punto donde muchos fallan.  No cultivamos una disposición bondadosa. Deseamos que todo nos suceda con suma facilidad. La pregunta de mayor importancia para cada uno de nosotros no debería ser cómo llevar adelante nuestros propios planes en contra de los de otros, sino cómo tener el poder de vivir cada día para Cristo. Jesús vino a la tierra a fin de dar su vida para que podamos alcanzar la salvación eterna. Al circundamos con la atmósfera del cielo, podremos dar al mundo un ejemplo que honre la religión de Cristo.- Manuscript 15, 1912 (Loma Linda Messages, p. 602). 87


23. “LA CONVERSIÓN CREA NUEVOS INTERESES”

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Efesios 4:22. Dios ...