No me elegisteis vosotros a
mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis
fruto, y vuestro fruto permanezca; que todo lo que pidiereis al Padre en mi
nombre, él os lo dé. (Juan 15: 16).
Para producir muchos frutos,
hay que aprovechar al máximo todo privilegio y oportunidad para desarrollar una
mente cada vez más espiritual. El que
desea recibir diariamente la ayuda divina debe deponer toda vulgaridad, orgullo
y mundanalidad. El que quiera crecer
espiritualmente, con el poder del Espíritu Santo debe utilizar todos los
recursos que el evangelio le proporciona para ganar en piedad e
influencia. Es por medio de las
invisibles agencias sobrenaturales como se produce el proceso de desarrollo
desde la semilla hasta que el grano madura.
Antes de la traición y la
crucifixión, Jesús consoló a sus discípulos con la promesa del Espíritu Santo;
y en la doctrina acerca de este agente de influencia divina, qué riquezas les
fueron reveladas, porque esta bendición traería en su estela todas las otras
bendiciones. El Espíritu Santo imparte
su aliento a los que humildemente confían en Cristo como el autor y el
consumador de la fe, para que los frutos que produzcan sean para vida
eterna. Habrá fragancia en su
influencia, y el nombre de Jesús será música en los oídos, y melodía en su
corazón.
Aunque no sean capaces de explicar el misterio de esta experiencia, los creyentes tendrán para otros sabor de vida que vivifica. Si las nubes los circundan saben que, al clamar al Señor, las tinieblas serán disipadas, y volverán el sosiego y el gozo al templo de su ser. Conocen lo que es tener la revelación del amor perdonador de Dios, una experiencia de paz que está más allá de toda comprensión, que inspira a alabar y, en agradecida adoración, a elevar todo el ser al que los amó y con su sangre los lavó del pecado. Tienen paz mediante Cristo Jesús y gozo en el Santo Espíritu.
Al estar en Cristo permanecen abrazados al seno del amor infinito, que los llena de sumisión a su voluntad y les permite atesorar el cielo en sus corazones. Cristianos con estas virtudes producirán muchos frutos para la gloria de Dios e interpretarán correctamente el carácter divino, cuyos atributos serán manifestados al mundo. Signs of the Times, 3 de abril de 1893. 72 Recibiréis Poder (EGW).
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