E invócame en el día de la
angustia; te libraré, y tú me honraras. (Salmos 50: 15).
Cuando sufrimos pruebas que
parecen inexplicables, no debemos permitir que nuestra paz sea malograda. Por injusto que sea el trato recibido, no
permitamos que se despierte la pasión. Condescendiendo con un espíritu de
venganza nos dañamos a nosotros mismos. Destruimos nuestra propia confianza en
Dios y ofendemos al Espíritu Santo. Hay a nuestro lado un testigo, un mensajero
celestial, que levantará por nosotros
una barrera contra el enemigo. Él nos envolverá con los brillantes rayos del
Sol de Justicia. A través de ellos Satanás no puede penetrar. No puede
atravesar este escudo de la luz divina.
Mientras el mundo progresa en la
impiedad, ninguno de nosotros necesita hacerse la ilusión de que no tendrá
dificultades. Serán ellas mismas las que nos llevarán a la cámara de audiencia
del Altísimo. Podemos pedir consejo a
Aquel que es infinito en sabiduría.
El señor dice: "Invócame en
el día de la angustia" (Sal.50: 15). Él nos invita a presentarle lo
que nos tiene perplejos, nuestras carencias y nuestra necesidad de ayuda
divina. Nos aconseja ser constantes en la oración. Tan pronto como las
dificultades surgen, debemos dirigirles nuestras sinceras y fervientes
peticiones. Las oraciones importunas evidencian nuestra vigorosa confianza en
Dios. El sentimiento de necesidad nos inducirá a orar con fervor, y nuestro
Padre celestial será movido por nuestras súplicas.
Los que sufran el oprobio y la persecución por causa de su fe, a menudo serán tentados de que Dios los ha olvidado. A la vista de los hombres, se hallan entre la minoría. Según todas las apariencias, sus enemigos triunfan sobre ellos. Pero no violen su conciencia. Aquel que sufrió por ellos y llevó sus pesares y aflicciones, no los olvidará. Los hijos de Dios no son dejados solos e indefensos.
La oración mueve el brazo de la Omnipotencia. por la oración, los hombres "sojuzgaron reinos, obraron justicia, obtuvieron promesas, cerraron las bocas de los leones, apagaron la violencia del fuego" -y llegamos a saber lo que esto significa cuando oímos acerca de los mártires que murieron por su fe-, "pusieron en fuga a ejércitos de gente extranjera" (Heb. 11: 33, 34). Palabras de vida del gran maestro, pp. 135, 136. 135
AUDIO. https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFzYiJ_3Qer1djKIxMXbo7sk
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