Vendrá tiempo cuando no sufrirán
la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros
conforme a sus propias concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se
volverán a las fábulas. (2 Timoteo 4: 3, 4).
Se está hablando mucho acerca del
derramamiento del Espíritu Santo, y algunas personas han interpretado esto en
tal forma que ha resultado perjudicial para la iglesia. La vida eterna consiste
en recibir los principios vivientes de las Sagradas Escrituras y en hacer la
voluntad de Dios. Esto es comer la carne y beber la sangre del Hijo de Dios. A
los que hacen esto les son reveladas la vida y la inmortalidad mediante el
evangelio, porque la Palabra es verdad, espíritu y vida. Todos los que creen en Jesucristo como su
Salvador personal tienen el privilegio de alimentarse de la Palabra de Dios. La
influencia del Espíritu Santo convierte a esa Palabra, la Biblia, en una verdad
inmortal, que proporciona, fibra y músculo espirituales a quien investiga con
espíritu de oración.
Cristo declaró: "Escudriñad
las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna;
y ellas son las que dan testimonio de mí" (Juan 5: 39). Los que cavan
debajo de la superficie encuentran las gemas de la verdad que están ocultas. El
Espíritu Santo acompaña al investigador fervoroso. Su inspiración fulgura sobre
la Palabra, estampa la verdad sobre la mente y le da una importancia renovada y
actual. El investigar se siente invadido por una sensación de paz y de gozo que
nunca había experimentado. Comprende como nunca antes el inmenso valor de la
verdad. Una nueva luz celestial brilla sobre la Palabra, y la ilumina como si
cada letra estuviera matizada con oro. Dios mismo ha hablado a la mente y el
corazón, y ha hecho que la Palabra sea espíritu y vida.
Cada verdadero investigador de la
Palabra eleva a Dios su corazón e implora la ayuda del Espíritu. Y pronto
descubre aquello que lo lleva por encima de todas las declaraciones ficticias
de quien se considera maestro, cuyas teorías débiles y vacilantes no están
respaldadas por la Palabra del Dios viviente. Esas teorías fueron inventadas
por hombres que no habían aprendido la gran lección: que el Espíritu de Dios y
la vida están en su Palabra. Si hubieran recibido de corazón los principios
eternos contenidos en la Palabra de a Dios, verían cuán insustanciales e
inexpresivos son todos los esfuerzos realizados para obtener algo nuevo a fin
de crear sensación. Necesitan aprender los primeros rudimentos de la Palabra de
Dios; después de eso podrán poseer la palabra de vida para el pueblo, que
pronto distinguirá la paja del trigo, porque así lo prometió Jesús a sus
discípulos.- Mensajes selectos, t. 2, pp. 44, 45. 130
AUDIO. https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFw6vQ5YVlIonyXAPELBB7Zt
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