Y de repente vino del
cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la
casa donde estaban sentados. (Hechos 2:2).
Cuando el Espíritu
Santo descendió el día del Pentecostés, fue como un viento fuerte y poderoso. No
fue dado con una medida escasa; porque llenó el lugar donde estaban sentados
los discípulos. Así nos será dado cuando nuestros corazones estén preparados
para recibirlo.
Que cada miembro de la
iglesia se arrodille delante de Dios y ore sinceramente por el impartimiento
del Espíritu Exclamad: "Señor, aumenta mi fe. Haz que comprenda tu
palabra, porque la comprensión de tu palabra proporciona luz. Refréscame mediante tu presencia. Llena mi
corazón con tu Espíritu para que pueda amar a mis hermanos así como Cristo me
ama a mí".
Dios bendecirá a los que así se preparan para el servicio. Comprenderán qué significa tener la certeza del Espíritu, porque habrán recibido a Cristo por fe.
La religión de
Cristo es más que el perdón del pecado; significa que éste es removido y que el
vacío lo llena con el Espíritu; que la mente es divinamente iluminada, que el
corazón se vacía del yo y es llenado con la presencia de Cristo. Cuando la
feligresía realice esta obra, la iglesia será viva y activa.
Debemos tratar más
fervientemente de ser de una misma mente y un mismo propósito. Únicamente el
bautismo del Espíritu Santo puede llevarnos a lograr este objetivo. Como
resultado del renunciamiento propio preparemos nuestro corazón, a fin de
recibir el Espíritu Santo para que se pueda hacer por nuestro intermedio una
gran obra, de modo que no digamos: "Miren lo que estoy haciendo",
sino: "Miren la bondad y el amor de Dios"...
Podemos hablar de las bendiciones del Espíritu Santo, pero, a menos que nos preparemos para su recepción, ¿de qué valen nuestras obras? ¿Nos estamos esforzando con todas nuestras fuerzas para alcanzar la estatura de hombres y mujeres en Cristo? ¿Estamos buscando su plenitud, avanzando siempre hacia la meta puesta delante de nosotros: el perfecto carácter de Jesús?
Review and Herald, 10 de junio de
1902. 321
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFwjWa2SHI3SNHhSGZU_y_aG
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