sábado, 5 de junio de 2021

05. “TESTIGOS DE LA CRUZ”. VI. DIRIGIDOS POR EL ESPÍRITU (EGW).

Y vosotros sois testigos de estas cosas.  He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto. (Lucas 24: 48, 49).

Después del derramamiento del Espíritu Santo, e investidos con la armadura divina, los discípulos salieron con el propósito de testificar acerca de las maravillosas historias del pesebre y de la cruz. Aunque sencillos, estos hombres llevaron la verdad.  Después de la muerte del Señor, el grupo se sintió desamparado, frustrado y desanimado; como ovejas sin pastor. Sin embargo, ahora salieron a testificar de la verdad sin más armamento que la Palabra y el Espíritu de Dios que les dieron el poder para vencer toda oposición. El Salvador había sido rechazado, condenado y clavado a una cruz ignominiosa. Los sacerdotes judíos y las autoridades habían declarado con desdén: "A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz y creeremos en él" (Mat. 27: 42).

Sin embargo, aunque la cruz fue un instrumento de tortura y vergüenza, llegó a ser símbolo de esperanza y salvación para el mundo. Los creyentes fueron reanimados; la desesperanza y la sensación de desamparo los abandonó. Entonces, y en virtud de que ahora estaban unidos por los lazos del amor de Cristo, el carácter les fue transformado.  Desprovistos de riquezas, y aunque por la manera de expresarse los demás los consideraban como pescadores ignorantes, en virtud de la obra del Espíritu Santo llegaron a ser poderosos testigos de Cristo. Sin honras terrenas o reconocimiento social, fueron héroes de la fe.  De sus labios brotaron elocuentes palabras divinas que estremecieron al mundo.

Los capítulos tercero, cuarto y quinto de Hechos registran los detalles de su testificación. Los que rechazaron y crucificaron al Salvador esperaban que los desanimados y cabizbajos discípulos volvieran las espaldas al Señor. Sin embargo, atónitos tuvieron que escuchar el audaz testimonio que ellos dieron con el poder del Espíritu Santo. 

Las palabras y obras de los apóstoles representaron tan bien las expresiones y el ministerio de su Maestro, que los demás no pudieron menos que reconocer que hablaban en forma semejante a Cristo como resultado de haber aprendido de él. "Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos" (Hech. 4: 33). EGW 1888 Materials, p. 1543. 168

AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxOYUu9YwK_dxSVa2U9EmVk


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