Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo
que se había perdido. (Lucas 19: 10).
Todo el que acepta a Cristo como salvador se compromete con Dios a ser puro y santo, y ser un siervo espiritual dispuesto a salvar a los perdidos, sean estos grandes o pequeños, ricos o pobres, libres o esclavos. La mayor empresa que hay sobre el planeta consiste en buscar y rescatar a los perdidos por los cuales Cristo pagó el precio infinito de su propia sangre.
Cada uno debe comprometerse con un servicio activo. Si los que fueron bendecidos con la luz no la
difunden, perderán las abundantes bendiciones de la gracia concedida por haber
sido negligentes en el deber sagrado, claramente señalado en la Palabra de
Dios. En la medida que los infieles pierdan luminosidad, su propio ser se
expondrá al peligro; entonces las personas para las cuales deberían haber sido
una luz, dejarán de hacer la obra que Dios había determinado realizar a través
del instrumento humano. Por eso, al no
ser vistas, esas ovejas no son traídas de vuelta al redil.
Como agente humano Dios depende de usted para hacer lo mejor que está a su alcance, de acuerdo con sus talentos que él mismo desea multiplicar. Si los instrumentos humanos estuvieran dispuestos a cooperar con las inteligencias divinas, centenares de personas serían rescatadas. El Espíritu Santo quiere conceder a sus servidores consagrados una vislumbre de Jesús, quien desea fortalecerles para que puedan hacer frente a cada conflicto, y también elevarlos y sostenerlos para darle mayores victorias.
Cuando dos o tres se unen para ponerse de acuerdo, y después elevan sus peticiones, cuentan con la siguiente promesa: "Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá... Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?" (Luc. 11: 9, 10, 13).
El Señor prometió que donde hayan dos o tres
que se reúnan en su nombre, él los acompañará. Los que se juntan para orar, recibirán la unción de aquel que es Santo.-
Review and Herald, 30 de junio de 1896. 164
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxOYUu9YwK_dxSVa2U9EmVk
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