viernes, 13 de marzo de 2020

04. PARTICIPANTES DE LA NATURALEZA DIVINA. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.


Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. (2 Pedro 1: 4).
Un cristiano fuerte es quien tiene a Cristo formado dentro, la esperanza de gloria.  Ama la verdad, la pureza y la santidad.  Gracias a su amor a la Palabra de Dios, su vitalidad espiritual lo lleva a buscar la comunión con los que viven en armonía con ella, a fin de poder captar cada rayo de luz que Dios comunica para revelar a Jesús, con el propósito de hacerlo más precioso para el creyente.  El que tiene una fe sólida halla que Cristo es la vida del alma, y que para él es como una fuente que brota para vida eterna.  Así, con placer, somete todo poder personal a la obediencia a Dios.  El Espíritu, con su  influencia vivificante, guardará a ese creyente en el amor de Dios.

A los cristianos se les escribe:  "Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.  Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.  Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo.  Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados.  Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.  Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo" (2 Ped. 1: 2-11).
Review and Herald, 11 de diciembre de 1894. 46

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