Y el Espíritu dijo a
Felipe: Acércate y júntate a ese carro. Acudiendo Felipe, le oyó que leía al
profeta Isaías, y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees? (Hechos 8:29,30).
Dios mira hacia abajo
desde su trono, y envía a sus ángeles a esta tierra para cooperar con los que
enseñan la verdad. Lea el registro de la experiencia de Felipe y el eunuco.
"Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo: Levántate y ve hacia el sur,
por el camino que desciende de Jerusalén a Gasa, el cual es desierto. Entonces
él se levantó y se fue. Y sucedió que un etíope, eunuco, funcionario de Candace
reina de los etíopes, el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a
Jerusalén para adorar, volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta
Isaías" (Hech. 8:26-28).
El incidente muestra el
cuidado que el Señor tiene por cada persona que acepta la verdad. Podemos ver
cuán íntimamente está relacionado el ministerio de los ángeles celestiales con
la obra de los siervos del Señor en la tierra.
A Felipe se le infundió
el deseo de entrar en lugares nuevos, y de abrir camino. Un ángel, que estaba
observando toda oportunidad posible de relacionar a los hombres con sus semejantes,
le dio las instrucciones. Felipe fue enviado "hacia el sur, por el camino
que desciende de Jerusalén a Gaza, el cual es desierto" (Hech. 8:26). Esto
lo puso en contacto con un hombre de mucha influencia, quien, una vez
convertido, comunicaría a otros la luz de la verdad. El Señor, obrando por
medio de Felipe, hizo que el hombre se convenciera de la verdad, y fuera
convertido y bautizado. Él fue un oyente del camino, un hombre de buena
posición, que ejercería una fuerte influencia en favor de la verdad.
Hoy, al igual que
entonces, los ángeles del cielo están esperando para guiar a los hombres a sus
semejantes. Un ángel le mostró a Felipe dónde encontrar a este hombre que
estaba listo para recibir la verdad, y hoy los ángeles de Dios guiarán y
dirigirán los pasos de los obreros que permitan que el Espíritu Santo
santifique sus lenguas y refine y ennoblezca sus corazones.- Review and Herald,
20 de abril de 1905. 280
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFzZ_A1Yl5Cue5fxawAPGjut
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