Completad mi gozo,
sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.
(Filipenses 2:2).
Ha llegado la hora de hacer una reforma completa. Cuando ella comience, el espíritu de oración animará a cada creyente, y el espíritu de discordia y de contienda será desterrado de la iglesia. Los que no hayan vivido en comunión con Cristo se acercarán unos a otros. Un feligrés que trabaje en una buena dirección invitará a otros hermanos a unirse a él para pedir la revelación del Espíritu Santo. No habrá confusión, porque todos estarán en armonía con el pensamiento del Espíritu.
Las barreras que separan a los creyentes serán
derribadas, y todos los siervos de Dios dirán las mismas cosas. El Señor
trabajará con sus siervos. Todos pronunciarán de una manera inteligente la
oración que Cristo les ha enseñado: "Venga tu reino. Sea hecha tu
voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mat. 6:10).
Mientras oigo noticias
de las terribles calamidades que de semana en semana están ocurriendo, me
pregunto: ¿Qué significan estas cosas? Los desastres más espantosos se están
produciendo uno tras otro en rápida sucesión. ¡Con cuánta frecuencia oímos
hablar de terremotos y tornados, de destrucción por incendio e inundación, con
gran pérdida de vidas y propiedades! Aparentemente, estas calamidades son
estallidos caprichosos de fuerzas que se dirían desorganizadas y no reguladas,
pero en ellas se puede leer el propósito de Dios. Son algunos de los medios por
los cuales procura despertar a hombres y mujeres y hacerles sentir su peligro.
La venida de Cristo está más cerca que cuando por primera vez creímos. Se acerca el fin de la gran controversia. Los juicios de Dios están en la tierra. Hablan en solemne amonestación, diciendo: "También vosotros estad apercibidos; porque el Hijo del hombre ha de venir a la hora que no pensáis" (Mat. 24:44).
Joyas de los testimonios, t. 3, pp.
254-256. 288
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFxYbpvM5t67YPIWXD9NDE5p
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