Porque por la mucha tribulación y angustia del corazón
os escribí con muchas lágrimas, no para que fueseis contrastados, sino para que
supieseis cuán grande es el amor que os tengo. (2 Corintios 2:4).
Cuando fui a Colorado, estaba tan agobiada a causa de
vosotros que, en mi debilidad, escribí muchas páginas para que se leyeran en
vuestro congreso. Débil y temblorosa, me
levanté a las tres de la mañana para escribiros. Dios hablaba mediante la
arcilla. Podríais decir que esta comunicación era sólo una carta. Sí, era una
carta, pero inspirada por el Espíritu de Dios para presentaras cosas que me
habían sido mostradas. En estas cartas que escribo, en el testimonio dado, os
presento lo que el Señor me ha presentado. No escribo un solo artículo en la
revista que exprese meramente mis propias ideas. Son lo que Dios ha desplegado
ante mí en visión: los preciosos rayos de luz que brillan del trono...
¿Qué voz reconoceréis como la voz de Dios? ¿Qué poder
tiene el Señor en reserva para corregir vuestros errores y mostraros vuestra
conducta tal como es? ¿Qué poder para obrar en la iglesia? Si rehusáis creer
hasta que cada sombra de incertidumbre y cada posibilidad de duda sean
quitadas, nunca creeréis. La duda que demanda perfecto conocimiento nunca dará
fruto de fe. La fe descansa sobre evidencia, no demostración. El Señor requiere
de nosotros que obedezcamos la voz del deber, cuando hay otras voces en torno
de nosotros que nos instan a seguir un proceder opuesto. Se requiere nuestra
atención ferviente para distinguir la voz que habla de parte de Dios. Debemos
resistir y vencer la inclinación y obedecer la voz de la conciencia sin
parlamentar o entrar en componendas, no sea que deje de instarnos y predominen
la voluntad propia y el impulso.
La palabra del Señor nos viene a todos los que no
hemos resistido a su Espíritu determinando no oír ni obedecer. Esa voz se oye
en amonestaciones, en consejos, en reproches. Es el mensaje de luz del Señor para
su pueblo. Si esperamos que haya llamadas más fuertes o mejores oportunidades,
la luz puede ser retirada y nosotros dejados en tinieblas.- Mensajes selectos,
t. 1, pp. 31,32. 233
AUDIO: https://youtube.com/playlist?list=PLvgp0opDuRFwF2oAwyF6oFThjHY5BWOTg
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