Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los
que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.
Daniel 12:3.
La obra que
se nos confió es grande e importante; y para cumplirla necesitamos obreros sabios, desinteresados, capaces de
consagrarse abnegadamente a la salvación de las almas. No hay lugar para los tibios;
Cristo no puede usarlos.
Se necesitan hombres y mujeres cuyo corazón
sea sensible a los sufrimientos humanos y que demuestren por medio de su vida que
reciben y transmiten la luz, la vida y la gracia.
Los hijos de Dios deben
acercarse a Cristo a través de la abnegación y el sacrificio, con el único propósito de dar al mundo
entero el mensaje de misericordia.
Algunos trabajarán de un modo y otros de otro, según la
manera en que el Señor los llame y conduzca. Pero todos deben trabajar en armonía, esforzándose
por mantener en la obra un carácter de perfecta unidad.
De viva voz y por
la pluma deben trabajar para él. La Palabra de la verdad impresa debe ser traducida en varias
lenguas y llevada a los extremos de la tierra.
Mi corazón está oprimido porque un número tan grande de los que podrían trabajar no hacen nada. Son juguetes de las
tentaciones de Satanás. Cada
miembro de la iglesia debe trabajar mientras dure el día; porque viene
la noche cuando nadie puede trabajar.
Muy pronto sabremos lo que
es la noche. El Espíritu de Dios,
contristado, se retira de la tierra.
Las naciones están airadas unas contra
otras. Se hacen inmensos preparativos para la guerra. La noche se acerca. Levántese la iglesia para cumplir la tarea que
le ha sido asignada. Todo
creyente, cualquiera sea
el grado de su instrucción, puede llevar el mensaje.
La eternidad
se extiende ante nosotros. El telón está por levantarse. ¿Qué estamos
pensando al aferrarnos egoístamente a nuestra comodidad mientras en derredor
nuestro hay almas que perecen? ¿Está nuestro corazón completamente endurecido?
¿No podemos ver y comprender que nos incumbe hacer una obra en favor de
nuestros semejantes?
Hermanos y hermanas, ¿son de los que teniendo ojos no ven y teniendo
oídos no oyen? ¿Será en vano que Dios les haya revelado su voluntad?
¿Será
en vano que les haya dirigido amonestación tras amonestación con respecto a la
proximidad del fin? ¿Creen las declaraciones de su Palabra tocante a las cosas
que han de sobrevenir al mundo?
¿Creen que los juicios de Dios están suspendidos sobre los
habitantes de la tierra? En caso afirmativo, ¿cómo pueden quedar tranquilos, ociosos e
indiferentes? —Joyas de los Testimonios 3:294,295. [246]
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