martes, 30 de julio de 2019

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 22. EL ESPÍRITU NOS VISITA.


En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, 
y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa. (Efesios 1: 13).
Mediante la profunda acción del Espíritu de Dios me fue mostrado el ministerio de visitación del Espíritu Santo.  
Me alertó acerca de los peligros a que se verán expuestos los creyentes.  Habrán de encarar los más fieros asaltos del enemigo, quien los presionará con tentaciones destinadas a neutralizar la obra del Espíritu de Dios. 

 Su propósito es impedir que las importantes verdades presentadas por el Espíritu Santo purifiquen y santifiquen a los que recibieron la luz celestial  y para que Cristo no pueda ser glorificado en ellos. 
 La oportunidad de contar con una mayor luz celestial, pero ésta no es apreciada como sagrada y ni se le permite actuar, producirá oscuridad espiritual.  Además, si el creyente no valora las impresiones hechas por el Espíritu de Dios, desaparecerá de la mente el terreno santo que ocupaba.

Los que estén dispuestos a realizar avances en su conocimiento espiritual, deben permanecer junto a la fuente de Dios para beber una y otra vez del pozo de la salvación que les ha sido abierto gratuitamente.  Nunca deben abandonar este manantial que refresca, para que su corazón, pletórico de gratitud y amor, sea un exponente de la bondad y de la compasión de Dios.  Continuamente deben beber del líquido vital...

 "Más os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis"  (Juan 6: 36).  En el caso de muchos, esto se ha cumplido literalmente.  A pesar de que el Señor les ha dado a conocer la verdad, les ha mostrado su carácter misericordioso y los ha iluminado, se vuelven incrédulos y no les importa todas esas manifestaciones de compasión y amor.  

Percibieron la profunda obra del Espíritu de Dios; sin embargo, cuando fueron objetos de las tentaciones insidiosas de Satanás, que generalmente ataca después de un período de reavivamiento, no resistieron la prueba hasta la muerte  por no compartir la luz que los recibieron, pudiendo haber estado en terreno ventajoso, fueron aplastados por el enemigo.  Deberían haber obrado y procedido en armonía con las sagradas revelaciones del Espíritu Santo, 
pero, al no hacerlo, sufrieron gran pérdida. Review and Herald, 30 de enero de 1894. RP EGW  33

jueves, 18 de julio de 2019

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 21. EL ESPÍRITU SE MUEVE EN NUESTRO MEDIO.


En esto conocemos que pertenecemos en él, y él en nosotros,
 en que nos ha dado de su Espíritu. (1 Jn. 4:13).
Aunque no podamos ver al Espíritu de Dios, sabemos que bajo su acción el hombre, que estaba muerto en transgresiones y pecados, es convencido y convertido.  El descuidado y díscolo llega a ser serio.  El endurecido se arrepiente de sus pecados, y el que no tiene fe se hace creyente.  El jugador, el borrachín y el licencioso se vuelve firme, sobrio y puro.  El rebelde y obstinados llega a ser dócil y semejante a Cristo.  Cuando observamos estos cambios, podemos estar seguros de que el poder transformador de Dios ha convertido a esa persona.  

No vemos al Espíritu, pero sí es posible captar las evidencias de su obra que cambia el carácter del más endurecido y obstinado de los pecadores.  Así como el viento mueve con su fuerza al más elevado de los árboles y los derriba, del mismo modo el Espíritu Santo puede actuar en el corazón humano, sin que ningún hombre finito pueda circunscribir la obra de Dios.

Su Espíritu se manifiesta en cada persona de maneras diferentes.  Aunque algunos tiemblen ante el poder de Dios y el de su Palabra, sus convicciones llegan a ser tan profundas que, aun cuando estalle en su corazón un huracán o una agitación de sentimientos, su ser entero se postra inconmovible ante el poder convincente de la verdad. 

 Cuando el Señor perdona al pecador arrepentido, éste se llena del. amor de Dios, de fervor y de energía.  Al ser recibido, el Espíritu que da vida no puede ser reprimido. Cristo en él es una fuente de agua que brota para vida eterna.  Sus sentimientos de amor son tan hondos y ardientes como lo fue su angustia y agonía. 

 Se asemeja a una fuente profunda que se rompe y se derrama en acción de gracia y alabanza, en agradecimiento  y  felicidad; hasta las arpas celestiales sintonizan con sus notas de regocijo. La historia que tiene para relatar no la cuenta de un modo conciso, común y metódico.  Es un creyente rescatado por los méritos de Cristo Jesús, y su ser entero se conmueve con la realización de la salvación de Dios.
 Review and Herald, 5 de mayo de 1896. RP EGW

martes, 16 de julio de 2019

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 20. EL ESPÍRITU NOS HACE HIJOS DE DIOS.


Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. (Romanos 8: 14).
Cristo ocupó su lugar entre los hombres como oráculo de Dios. Habló como quien tiene autoridad, dirigiéndose a la gente con expresiones vigorosas, y exigiendo fe implícita y obediencia. Como pueblo, hemos fundamentado nuestra fe sobre principios establecidos en la Biblia. También empeñamos mente y corazón para obedecer la Palabra de vida, y para seguir un "Así dice el Señor". Toda nuestra esperanza presente y futura depende de nuestro parentesco con Cristo y con Dios. Pablo se expresa con vigor para confirmar nuestra fe al respecto. 

A quienes son guiados por el Espíritu de Dios y en cuyos corazones habita la gracia de Cristo, el apóstol les dice:  
"El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados" (Rom. 8: 16, 17). "Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!" (Rom. 8: 15). Somos llamados por Cristo para salir del mundo con el propósito de ser diferentes.  Fuimos convocados para practicar la santidad, teniendo nuestro corazón continuamente cerca de Dios y al Espíritu Santo permaneciendo en nosotros. 

 Todo verdadero creyente manifestará con sus hechos que la gracia del amor de Cristo está en su corazón. Donde una vez hubo desconocimiento de Dios, será evidente la coparticipación con él.  Donde hubo manifestaciones de la naturaleza carnal, ahora se verán los atributos divinos. Sus hijos deben llegar a ser obreros de la justicia y buscar al Señor en forma continua para que les agrade hacer su voluntad. Esto los hará completo en Cristo. Con sus vidas manifestarán a los ángeles, a los hombres y a los mundos no caídos que han sido conformados a la voluntad de Dios, y que son leales adherentes de los principios de su reino. Habitando el Espíritu Santo por la fe en sus corazones, entrarán en relación con Cristo y los unos con los otros. Así se producirán en ellos los preciosos frutos de la santidad. Review and Herald, 19 de agosto de 1909. RP EGW

23. “LA CONVERSIÓN CREA NUEVOS INTERESES”

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Efesios 4:22. Dios ...