lunes, 29 de octubre de 2018

02. HALLOWEEN: ¡NO TENGAS MIEDO! ¡TEN MUCHO MIEDO!


Al otro lado de la calle donde me alojo en Boston, un esqueleto está tratando de trepar por una ventana abierta del segundo piso. 
Otros dos esqueletos están subiendo al porche. Una peluca de color castaño llamativo parece sugerir que uno de los esqueletos es una mujer. Ella y su amiga parecen estar intentando acceder a la casa tomando una ruta más directa a través de la puerta principal. El porche de la casa está adornado con enormes telas de araña. Los fantasmas decoran la escena. Por la noche, dos ojos brillantes y brillantes miran por las ventanas. Tienes la idea, Es Halloween. 

Más arriba en la calle, un cráneo gigante adorna la puerta de entrada a otra residencia. Un pequeño cementerio de imitación contiene lápidas que dicen "Descansa en pedazos", "Estaré de regreso" y "Ven, únete a mí". A pocas cuadras de distancia, una familia tiene lo que el letrero llama una "Fiesta de Zombies" que se desarrolla en su patio delantero. Varios esqueletos parecen estar saliendo del suelo. Un par de cuadras más es la pantalla de Halloween más increíble que he presenciado. El patio delantero es un verdadero bosque de parafernalia de Halloween, y la casa está decorada como nunca he visto. 

Las voces llaman desde algún lugar en medio de un caos, invitaciones para unirse al difunto y "tener mucho miedo". Pero todo es divertido, ¿verdad? Los niños de todas las edades disfrutan disfrazarse con disfraces, y algunos disfraces de Halloween son divertidos y creativos. Truco o trato es una tradición estadounidense largamente establecida y muy querida. Feliz Halloween, ¿verdad? 


Incorrecto. La "diversión inofensiva" que Halloween representa para muchas personas se basa en una mentira y existe para perpetuar una mentira. La diversión no es realmente el punto de Halloween. Halloween es una celebración del espiritismo, la creencia de que los espíritus de los muertos sobreviven a la muerte corporal y se comunican o incluso se burlan de los vivos. ¡De miedo! 

Pero el hecho es que Halloween es todo un ladrido y no un bocado. Halloween se deleita con la idea de que los muertos vuelven a la vida, que los muertos acosan a las casas y que, inmediatamente después de la muerte, hay vida en otro reino.

 La verdad es que esa no es la verdad. No hay una sola razón para tener miedo en Halloween. ¿Por qué? Porque la última persona que puede molestarlo, asustarlo o atormentarlo es una persona muerta. 


La Biblia es clara acerca de esto. Al escribir en el libro de Eclesiastés, Salomón declaró: "Porque los vivos saben que morirán, pero los muertos no saben nada". 9:5.

Lejos de estar interesados en trepar por la ventana del piso de arriba, los muertos no son conscientes de nada

No, los muertos no están en el cielo alabando a Dios. La Biblia es inequívoca en ese punto. "Los muertos no alaban al Señor, ni a ninguno de los que descienden al silencio".  Sal. 115:17.

Pablo enseñó a los muertos a dormir 
(véase 1 Corintios 15: 51-55, 
1 Tesalonicenses 4: 13-18) y lo hizo claramente. 

Los que enseñan que los humanos poseen un alma inmortal o un alma que sobrevive a la muerte corporal, deben su sistema de creencias más a Platón que a la Biblia. 

La historia de la creación enseña, una vez más, claramente, que a los seres humanos no se les dio un alma, sino que Adán fue creado como "un alma viviente" (Génesis 2: 7, KJV).

 Sin un alma que sobreviva a la muerte corporal, nos queda concluir que los muertos, que no alaban al Señor y que no saben “nada”, 
No están merodeando por los vecindarios o los cementerios, ni intentan trepar por las ventanas del segundo piso. Víspera de Todos los Santos. Ellos estan dormidos 

¿Debería una persona temer a los muertos, a los fantasmas y a los ghouls? No.
 No en lo más mínimo. Vampiros? No claro que no. Zombies? No. ¿Las cosas que van chocando en la noche? Eso depende de lo que sean esas "cosas". Pero puedes estar seguro de que no son los espíritus de los muertos. 

Jesús mismo dejó salir todo el aire del globo de Halloween cuando habló a sus discípulos acerca de su amigo Lázaro. Jesús dijo: "Nuestro amigo Lázaro duerme, pero yo voy para que lo despierte". Los discípulos estaban confundidos por esto, "Entonces Jesús les dijo claramente:" Lázaro está muerto "" (Juan 11:11–14).

 La Biblia es consistente. Los muertos duermen hasta el día de la resurrección. Recuerde las palabras de Jesús: "Lo levantaré en el último día" (Juan 6:44). Jesús dejó en claro que los justos serán "recompensados en la resurrección de los justos" (Lucas 14:14). Si alguien sobreviviera a la muerte corporal y se fuera inmediatamente al cielo, sería "recompensado" mucho antes de "la resurrección de los justos". 

HALLOWEEN es un tigre sin dientes, y existe para perpetuar una de las mentiras más grandes de Satanás: la mentira de que los muertos no están realmente muertos. 

Es una mentira que está preparando a la gente para un engaño masivo antes del regreso de Jesús. Como Halloween viene y se va por otro año, tenga en cuenta lo que la Biblia enseña acerca de la muerte. 

La clave de la vida más allá de esta vida es Jesús, "la resurrección y la vida" (Juan 11:25). Sin Jesús, nadie sale de la tumba. Con Jesús, "los muertos en Cristo resucitarán" (1 Tesalonicenses 4:16). Nuestra esperanza de vida después de esta vida es la fe en él. Y eso no es nada de lo que tener miedo! 
John Bradshaw    MHP

viernes, 28 de septiembre de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 15. LENGUAS DE FUEGO.


Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 
 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, 
según el Espíritu les daba que hablasen. (Hechos 2: 3, 4). 
Si investiga las Escrituras con espíritu dócil y deseoso de aprender, sus esfuerzos serán bien recompensados. 
"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir. espiritualmente" (1 Cor. 2: 14). 

La Biblia debe estudiarse con oración. Haríamos bien en imitar a David, que imploró: "Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley" (Sal. 119:18). Ningún hombre puede comprender las Escrituras sin la iluminación del Espíritu Santo.

Si deseamos estar en la debida posición delante de Dios, su luz nos alumbrará con rayos claros y potentes. 
Esta fue la experiencia de los primeros discípulos: "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen" (Hech. 2: 1-4). 

 Dios también está dispuesto a darnos la misma bendición, siempre que tengamos real interés en ella. 
El Señor no cerró los depósitos celestiales después de haber derramado su Espíritu sobre los primeros discípulos. También nosotros podemos recibir la plenitud de su bendición. El cielo está lleno de los tesoros de su gracia, y los que con fe se acercan a Dios pueden reclamar todo lo que él ha prometido. 

 Si no contamos con su poder es por la indiferencia, el letargo espiritual y nuestra indolencia. Abandonemos la mortal formalidad. Hay una gran tarea que debe realizarse en nuestros días, y no hemos hecho ni siquiera la mitad de la obra que el Maestro espera que hagamos. Hablamos acerca del mensaje del primero y del segundo ángel, y ya creemos comprender algo referente al mensaje del tercero. Sin embargo, no deberíamos sentirnos satisfechos con el conocimiento que tenemos actualmente. Nuestras peticiones deberían ascender a Dios mezcladas con fe y contrición, para que podamos comprender los misterios que el Señor desea dar a conocer a sus santos.
Review and Herald, 4 de junio de 1889. 26 RP EGW

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 14. FUEGO ARDIENTE.


Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude. (Jeremías 20: 9). 
Dios impulsará a personas que ocupan posiciones modestas para que den a conocer el mensaje de la verdad presente. Constreñidos por el Espíritu de Dios, acelerando el paso, muchos avanzarán cada vez más lejos y más alto, para compartir la luz con los que están en tinieblas. La verdad es como fuego en sus huesos, que los inflama con un deseo ardiente de iluminar a los que están en la obscuridad. Incluso entre los educados habrá muchos que proclamarán la Palabra de Dios. Habrá niños que serán impelidos por el Espíritu Santo a presentar el mensaje de lo alto. El Espíritu será derramado sobre los que ceden a sus impulsos. Desligados de las reglas que atan a los hombres, y de los movimientos cautelosos, se unirán al ejército del Señor. 

En el futuro, el Espíritu del Señor inspirará a personas que realizan actividades comunes a dejar sus tareas habituales para ir a proclamar el último mensaje de gracia. Tan rápido como sea posible, serán preparados para una labor que será coronada con el éxito. Cooperarán con las agencias celestiales, por cuanto están dispuestos a gastar y ser consumidos en el servicio al Maestro. Nadie está autorizado a estorbar a estos obreros. Serán bienvenidos cuando vayan a cumplir el gran cometido. No deberán ser vituperados cuando siembren la semilla del evangelio en los lugares escabrosos de la tierra. 

Las mejores cosas de la vida -la simplicidad, la honestidad, la veracidad, la pureza, la inusual integridad- no pueden ser compradas ni vendidas; gratuitamente están al alcance de los ignorantes como de los educados, para la gente de color como para los blancos, para el modesto campesino como para el rey sentado sobre su trono, para los humildes que no confían en su propia fortaleza sino que trabajan con simplicidad confiando siempre en Dios. Ellos son los que compartirán el gozo del Salvador. Sus oraciones perseverantes atraerán creyentes a la cruz. Al cooperar con su esfuerzo y renunciamiento propio, Jesús impulsará los corazones y producirá milagrosas conversiones. Hombres y mujeres se unirán a la confraternidad de la iglesia. Se construirán lugares de reunión y se fundarán escuelas. 
 El corazón de los obreros se henchirá de gozo al ver la salvación de Dios.- Testimonies, t. 7, pp. 26, 27. 25  
RP EGW

miércoles, 5 de septiembre de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 13. EL "VINO NUEVO"' DEL REINO.


Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar. (Marcos 2: 22). 
Mientras nos vaciamos del egoísmo y del pecado, constantemente deberíamos estar llenando nuestra mente de Cristo. Cuando Jesús vino al mundo, los dirigentes judíos estaban tan permeados del espíritu farisaico que no pudieron recibir sus enseñanzas. Cristo los comparó con cueros rugosos de odres viejos que no están en condiciones de recibir el vino fresco de la vendimia. Necesitaban aprovisionarse de recipientes apropiados para poner el vino nuevo de su reino. Por esta causa tuvo que dejar a los fariseos y valerse de simples pescadores de Galilea. Jesús, el mayor de los maestros que el mundo haya conocido, escogió personas a quienes pudiera educar, capaces de captar sus enseñanzas, para ser enviados con el mensaje de sus labios, el cual debía llegar hasta nuestros días.

 De este modo, por su Espíritu y su Palabra, también quiere formarlo a usted para que realice la obra divina. Al limpiar su mente de la vanidad y de la frivolidad, ciertamente el vacío que ello deja será ocupado con lo que Dios está esperando concederle: su Espíritu. Así, del buen tesoro del corazón podrá sacar buenas cosas, preciosas gemas del pensamiento; y otros, al captar dichas palabras, comenzarán a glorificar a Dios. 

 Entonces, usted no tendrá la mente centrada en sí mismo. Al acabar con las demostraciones de egoísmo, sus pensamientos y afectos estarán centrados en Cristo, lo cual le permitirá reflejar a otros lo que le fue mostrado por el Sol de justicia. Jesús dijo: "Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba" (Juan 7: 37). ¿Usted ya secó la fuente? No, por cuanto es inagotable. Tan pronto como comience a sentir sed, beba una y otra vez. La fuente siempre está colmada. Para apagar la sed, el que bebe una vez de ella no volverá a buscar agua en las cisternas rotas de este mundo; dejará de husmear con el fin de descubrir el mayor placer, la más grande diversión y la más divertida chacota y travesura. No las buscará porque ha estado bebiendo de las corrientes que hacen placentera la ciudad de Dios. Entonces su gozo será completo, porque Cristo, la esperanza de gloria, estará en usted. 
Review and Herald, 15 de marzo de 1892. 24 RP EGW 

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 12. SAVIA VIVIFICANTE.


Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?
 Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. (Hechos 19:1, 2). 
Hay muchos que hoy ignoran, tanto como aquellos creyentes de Efeso, la obra del Espíritu Santo en el corazón. Sin embargo, ninguna verdad se enseña más claramente en la Palabra de Dios. Los profetas y apóstoles se han explayado sobre este tema. Cristo mismo nos llama la atención al desarrollo del mundo vegetal como una ilustración de cómo obra su Espíritu para sostener la vida espiritual. La savia de la vid, al ascender desde la raíz, se difunde por las ramas, y contribuye al crecimiento y a la producción de flores y frutos. 
Del mismo modo, el poder vivificador del Espíritu Santo, que procede del Salvador, llena el alma, renueva los motivos y afectos, somete hasta los pensamientos para que obedezcan la voluntad de Dios, y capacita al que lo recibe para producir los preciosos frutos de las acciones santas. El autor de esta vida espiritual es invisible, y el método exacto mediante el cual esa vida se imparte y sostiene, excede las posibilidades de explicación por parte de la filosofía humana. 

 Sin embargo, la actividad del Espíritu está siempre en armonía con la Palabra escrita. Lo que sucede en el mundo natural ocurre también en el espiritual. Un poder divino preserva continuamente la vida natural; sin embargo, eso no ocurre por un milagro directo, sino gracias al empleo de las bendiciones puestas a nuestro alcance.  
Del mismo modo, la vida espiritual se sostiene debido al uso de los medios que la Providencia ha provisto. Para que el seguidor de Jesús crezca hasta convertirse en "un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efe. 4: 13), debe comer del pan de vida y beber del agua de la salvación. Debe velar, orar y trabajar, y prestar atención en todas las cosas, sujetándose a las instrucciones de Dios consignadas en su Palabra.
 Los hechos de los apóstoles, pp. 233, 234. 23 RPEGW

martes, 24 de julio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 11. AGUA VIVA PARA COMPARTIR.


Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; 
sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan 4: 14).
 Siendo que el plan de redención comienza y termina con un don, así también debemos compartirlo. El mismo espíritu de sacrificio que compró la salvación para nosotros, habitará en el corazón de los que llegan a ser partícipes del don celestial. El apóstol Pedro recomienda: "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios" (1 Ped. 4: 10). Al enviarlos, Jesús dijo a sus discípulos: 
"De gracia recibisteis, dad de gracia" (Mat. 10: 8). El que está en completa afinidad con Cristo, no puede albergar exclusivismo ni egoísmo. Quien bebe del agua de la vida hallará "en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Juan 4: 14).

 El creyente que tiene el Espíritu de Cristo es como un manantial refrescante que pone esta agua al alcance de los que están a punto de perecer en el desierto. El mismo espíritu de amor y sacrificio personal que hubo en Cristo fue el que impulsó a Pablo en su amplio ministerio. Dijo: "A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor" (Rom. 1: 14). "A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada la gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo" (Efe. 3:8). El Señor dispuso que su iglesia refleje al mundo la plenitud y la eficacia que hallamos en él. 

 Constantemente estamos recibiendo los dones de la liberalidad divina, y, al impartirlos, representamos al mundo el amor y la beneficencia de Cristo. Mientras todo el cielo está en actividad, enviando mensajeros a todas partes de la tierra con el propósito de promover la obra de la redención, la iglesia del Dios viviente debería actuar como colaboradora de Jesús. Somos parte de su cuerpo místico, y él es la cabeza que controla todos sus miembros. En su infinita misericordia, Jesús mismo está obrando en el corazón humano, en el que realiza transformaciones tan sorprendentes que los ángeles lo observan con asombro y alegría.- Review and Herald, 24 de diciembre de 1908. EGWRP MHP

jueves, 5 de julio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 10. CORAZÓN CON LEVADURA.

 

Y volvió a decir: ¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado. (Lucas 13:20, 21). 
La parábola ilustra el poder de penetración y asimilación que tiene el evangelio, cuando obra en el corazón de los feligreses, para darle a la iglesia un carácter a la semejanza divina. Como la levadura actúa en la harina, así el Espíritu de Dios obra en la vida del creyente que absorbe todas sus capacitaciones y poder, conformando su espíritu, mente y cuerpo a la semejanza de Cristo. En la parábola, la mujer mezcló la levadura con la harina. Era necesario suplir una necesidad. De este modo, Dios desea enseñarnos que, fuera de él, no existe ningún otro medio de salvación. Mediante el ejercicio de la voluntad nadie puede transformarse por sí mismo. La verdad tiene que ser recibida en el corazón. Así opera la levadura celestial. Gracias a su poder vitalizante y transformador cambia el corazón. Despierta nuevos pensamientos, nuevos sentimientos, nuevos deseos y propósitos. 

 Se produce un cambio de la mente, y se ponen en acción todas sus capacidades. No es que al hombre se le impartan nuevas facultades, sino que éstas son santificadas. La conciencia que había estado muerta, ahora despierta. Pero el hombre solo no puede hacer esta obra por sí mismo. La realiza únicamente el Espíritu Santo.

 Todos los que desean ser salvos, encumbrados o inferiores, ricos o pobres, deben someterse a la acción de ese poder. A Nicodemo, Cristo le presentó la verdad de este modo: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios... Lo que es nacido de la carne, carne es; lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu" (Juan 3: 3, 6-8). Cuando nuestras mentes estén controladas por el Espíritu de Dios, podremos entender las lecciones que nos enseña la parábola de la levadura. Los que abren su corazón para recibir la verdad, podrán experimentar el gran poder transformador que tiene la Palabra de Dios.- Review and Herald, 25 de julio de 1899. EGW RP MHP

jueves, 21 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 09. EL ACEITE FLUYE CONSTANTEMENTE.


Hablé aún de nuevo, y le dije:
 ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?... 
Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra. (Zacarías 4: 12, 14). 
Mediante esta figura, Zacarías ilustra la continua comunicación del Espíritu Santo con la iglesia; la lección maravillosa nos infunde mucho ánimo. El profeta dice: "Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño. Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él. "Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?... Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos... Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?... Y el dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra" (Zac. 4: 1-4, 6, 12, 14). 

Desde los dos olivos, el dorado aceite fluía a través de los tubos de oro hacia el depósito del candelabro, y desde allí a las áureas lámparas que alumbraban al santuario. De este modo, del Santo que permanece en la presencia de Dios, el Espíritu divino es impartido a los instrumentos humanos que se han consagrado a su servicio. La misión de los dos ungidos es comunicar luz y poder al pueblo de Dios. Permanecen en su presencia para que recibamos sus bendiciones. Semejante a los dos olivos que van vaciándose a sí mismos mediante los conductos de oro, los mensajeros celestiales buscan la oportunidad para compartir lo que han recibido de Dios. Todos los tesoros celestiales aguardan que los solicitemos, y, en la medida en que recibamos sus bendiciones, nos corresponde impartirlas a otros. De este modo son abastecidas las lámparas celestiales, y la iglesia llega a ser luz para el mundo. Review and Herald, 2 de marzo de 1897. EGW RP MHP

sábado, 16 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 08. ACEITE EN SUS VASIJAS.


Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 
más las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. (Mateo 25: 3, 4). 
Muchos aceptan rápidamente la verdad, pero, al no ser asimilada, sus efectos son neutralizados. Se parecen a las vírgenes necias que quedaron sin la provisión de aceite para sus lámparas. El aceite es símbolo del Espíritu Santo, que llega hasta el corazón gracias a la fe en Cristo. Quienes escudriñan las Escrituras con diligencia y mucha oración, y confían en Dios con una fe firme y obedecen sus mandamientos, están representados por las vírgenes sabias. 

 Las enseñanzas de la Palabra de Dios no son sí o no; sino sí y amén. Las exigencias del evangelio están más allá del alcance humano. El apóstol dice: "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él" (Col. 3: 17). "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Cor. 10: 31). 

 Es imposible que experimentemos la piedad práctica si dejamos fuera de las cortes del corazón las grandes verdades de la Biblia. La religión de las Escrituras debe entretejerse tanto con los asuntos que el creyentes considera triviales como con los que le parece que son muy importantes. Debe dotarlo de los motivos poderosos y grandes principios que orientan el carácter y el curso de acción del cristiano. El aceite, tan necesario para los que están representados por las vírgenes necias, no es algo que deba ser dejado de lado. El creyente debe traerlo al santuario de su ser para que lo limpie, lo refine y lo santifique. 

 No es teoría lo que se necesita; son las sagradas enseñanzas de la Biblia, las que no constituyen doctrinas inciertas y sin sentido sino verdades vitales que comprometen intereses eternos centrados en Jesús. En él reside todo el sistema de verdades divinas. La salvación del creyentes, mediante la fe en Cristo, es el pilar fundamental de la verdad. Los que ejercitan fe en Jesús lo manifestarán mediante la santidad de su carácter y la obediencia a la ley de Dios. 

 Saben que la verdad que está en Cristo pone al cielo y la eternidad a su alcance. Entienden también que el carácter cristiano debe imitar el de Jesús. En consecuencia, estará lleno de gracia y de verdad. A ellos les es impartido el aceite de la gracia que alimenta la luz que nunca se apaga. El Espíritu Santo, en el corazón del creyente, lo hace completo en Cristo.- Review and Herald, 17 de septiembre de 1895.  EGW RP MHP 

viernes, 15 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 07. INVISIBLE COMO EL VIENTO.

El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. (Juan 3: 8).

Se oye el viento entre las ramas de los árboles, por el susurro que produce en las hojas y las flores; sin embargo es invisible y nadie sabe de dónde viene ni adónde va. Así sucede con la obra del Espíritu Santo en el corazón. Es tan inexplicable como los movimientos del viento. Puede ser que una persona no pueda decir exactamente la ocasión ni el lugar en que se convirtió, ni distinguir todas las circunstancias de su conversión; pero esto no significa que no se haya convertido.

Mediante un agente tan invisible como el viento, Cristo obra constantemente en el corazón. Poco a poco, tal vez inconscientemente para quien las recibe, son hechas las impresiones que tienden a atraer el alma a Cristo. Pueden ser recibidas al meditar en él, al leer las Escrituras, o al oír la palabra del predicador viviente. Súbitamente, al presentar el Espíritu un llamamiento más directo, el alma se entrega gozosamente a Jesús.

Muchos llaman a esto conversión repentina; pero es el resultado de una larga intercesión del Espíritu de Dios; es una obra paciente y larga. Aunque el viento mismo es invisible, produce efectos que se ven y sienten. Así también la obra del Espíritu en el alma se revelará en toda acción de quien haya sentido su poder salvador. Cuando el Espíritu de Dios toma posesión del corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz, reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La alegría sustituye a la tristeza, y el rostro refleja la luz del cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que desciende de los atrios celestiales. La bendición viene cuando por la fe el alma se entrega a Dios. 

Entonces, ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios. Para las mentes finitas es imposible comprender la obra de la redención. Su ministerio supera al conocimiento humano; sin embargo, el que pasa de muerte a vida comprende que es una realidad divina. Por experiencia personal podemos conocer aquí el comienzo de la redención. Sus resultados alcanzan hasta las edades eternas.            El Deseado de todas las gentes, pp. 143, 144. EGW RP MHP


lunes, 11 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 06. LA PALOMA CELESTIAL.

También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. (Juan 1:32). 

Cristo es nuestro ejemplo en todo. En respuesta a la oración que elevó a su Padre, el cielo se abrió, y el Espíritu, semejante a una paloma, descendió sobre él. Por el Espíritu Santo es como Dios, además de establecer comunicación con el hombre, también mora en el corazón de los que son fieles y obedientes. Los que lo busquen en forma sincera, con el fin de recibir sabiduría para resistir a Satanás, recibirán luz y fortaleza en la hora de la tentación. 

 Debemos vencer del mismo modo como Cristo triunfó. Jesús comenzó su ministerio público con una súplica, ferviente. Con ello nos dejó un ejemplo acerca de la importancia que tiene la oración para adquirir una experiencia cristiana victoriosa. Su constante comunión con el Padre constituye un modelo que haríamos bien en imitar. Apreció el privilegio de orar, y la obra mostró los resultados de su comunión con Dios.

 Examinando la historia de su vida, descubrimos que ante cada circunstancia importante buscaba un retiro en el bosque, o la soledad de las montañas, con el propósito de elevar a Dios sus plegarias fervientes y perseverantes. Con frecuencia dedicó noches enteras a la oración antes de realizar algún milagro poderoso. Después de un día de labor y antes de una noche de comunión, compasivamente despedía a sus discípulos paro que pudieran volver a sus hogares a descansar, mientras él, con clamor y lágrimas, intercedería ante Dios en favor de la humanidad. En respuesta a la oración, y en virtud de la gracia de Dios, Jesús fue vigorizado para llevar las cargas y fortalecido para resistir las pruebas. 

 Si queremos ser vencedores, debemos depender de Dios para experimentar una vida cristiana victoriosa, siguiendo el ejemplo que Cristo legó al abrir un camino que nos conduce a la fuente de fortaleza que nunca falla, y de la cual podemos obtener gracia y poder para resistir al enemigo. En las márgenes del Jordán, Jesús oró como representante de la humanidad, y la apertura de los cielos y la voz de aprobación nos aseguran que Dios acepta a la humanidad a través de los méritos de Cristo.

Signs of the Times, 24 de julio de 1893. EGW RP MHP 


domingo, 10 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 05. EL REPRESENTANTE DE CRISTO.


Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, 
el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. (Juan 16: 7). 
"Espíritu de verdad" es el nombre que se da al Consolador. Su obra consiste en definir y mantener la verdad. 
 Primero habita en el corazón como el Espíritu de verdad; de este modo, llega a ser el Consolador. 
 En la verdad hay tranquilidad y paz, lo cual no se puede hallar en el error. 
 Satanás conquista el poder sobre la mente a través de falsas teorías y tradiciones. El enemigo logra desfigurar el carácter e imponer la adopción de falsas normas. Mediante las Escrituras el Espíritu Santo habla a la mente, e imprime la verdad en el corazón. De este modo expone el error y lo expulsa del creyente. Por el Espíritu de verdad, obrando por intermedio de la Palabra de Dios, Cristo une a los suyos a sí mismo.

 Al describir a sus discípulos la obra del Espíritu Santo, Jesús quiso inspirarlos para que alcanzaran el mismo gozo y la alegría que llenaba su propio corazón. Se regocijó con la ayuda abundante que había provisto para su iglesia. El Consolador era el más excelso de los dones que podría solicitar al Padre con el propósito de exaltar a su pueblo. Fue dado como el agente regenerador, y sin este don el sacrificio de Cristo hubiera sido en vano. 

 Por siglos el poder maligno se había fortalecido hasta el punto que era asombrosa la sumisión del hombre a la cautividad satánica. El pecado puede ser resistido y vencido únicamente por la intervención poderosa de la tercera persona de la Deidad, que no vendría con una energía modificada, sino en la plenitud del poder divino. 

 El Espíritu es el que hace efectivo lo que logró el Redentor del mundo. Mediante el Consolador el corazón se purifica. Gracias a su obra el creyente llega a ser participante de la naturaleza divina. Cristo nos dio el divino poder de su Espíritu para que podamos vencer las tendencias al mal, sean heredades o cultivadas, y para imprimir en la iglesia su propio carácter. Review and Herald, 19 de noviembre de 1908. EGW RP MHP 

sábado, 9 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 04. EL ESPÍRITU: UN TESTIGO.


El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. (Romanos 8: 16). 
Si el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, ¿cuáles serán los resultados?  
El creyente someterá todo su ser a la voluntad divina. Entonces, en su maravillosa condescendencia, la Majestad de los cielos establece una santa relación familiar con los que lo buscan de todo corazón. Como consecuencia, mediante una abundante manifestación de la gracia de Dios, el hijo del Altísimo -el creyente-, es llevado a mantener con su Padre una dependencia semejante a la de los niños con los suyos. 

 Consagre a Dios todo su ser cuerpo y espíritu con entera confianza en su poder y en su voluntad de bendecirlo, no importa cuán desvalido e indigno sea usted. "Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12). 

No caiga en la actividad impaciente, sino sea celoso en la fe, con un sólo propósito definido: atraer creyentes a Cristo, el Redentor crucificado. Esta obra no se realiza como resultado de un sermón lógico que logra convencer al intelecto. El corazón necesita ser persuadido y ablandado por la ternura. La voluntad tiene que ser sometida al arbitrio de Dios, y todas las aspiraciones deben tener una orientación celestial. 

 Aliméntese de la Palabra del Dios viviente. El efecto debe verse en la vida práctica. Ella debe apoderarse de los comandos de todo el ser. . . Cuando confiemos plenamente en Cristo, nos daremos a nosotros mismos en ofrenda a Dios. Nuestra dependencia estará centrada en la virtud y en la intercesión de Cristo como nuestra única esperanza. No hay confusión, ni sospecha, puesto que por la fe vemos a Jesús, el enviado de Dios, cuya misión es lograr la reconciliación con los pecadores. 

 Si deseamos creer solamente en Cristo, él está comprometido con un pacto solemne de mediar en favor de los que, por su intermedio, se acercan al Padre, con el propósito de garantizar su salvación. Este privilegio está garantizado si nos acercamos confiadamente el trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.- Manuscript Releases, t. 14, pp. 276, 277. EGW RP MHP

jueves, 7 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 03. LA NATURALEZA DEL ESPÍRITU: UN MISTERIO.

 

El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. (Juan 14: 17). 
No es esencial para nosotros ser capaces de definir con precisión qué es el Espíritu Santo. Cristo nos dice que el Espíritu es el Consolador, "el Espíritu de verdad el cual procede del Padre". Se asevera claramente tocante al Espíritu Santo, que en su obra de guiar a los hombres a toda verdad "no hablará por su propia cuenta" (Juan 15:26; 16:13). La naturaleza del Espíritu Santo es un misterio. Los hombres no pueden explicarla, porque el Señor no se la ha revelado. Los hombres que albergan opiniones fantásticas pueden reunir pasajes de las Escrituras y darles interpretación humana; pero la aceptación de esos conceptos no fortalecerá a la iglesia. 

 En cuanto a estos misterios, demasiado profundos para el entendimiento humano, el silencio es oro. Se especifica claramente el oficio del Espíritu Santo en las palabras de Cristo: "Cuando él venga, convencerá de pecado, y de justicia, y de juicio" (Juan 16: 8). Es el Espíritu Santo el que convence de pecado. Si el pecador responde a la influencia vivificadora del Espíritu, será inducido a arrepentirse y a comprender la importancia de obedecer los requerimientos divinos. 

Al pecador arrepentido, que tiene hambre y sed de justicia, el Espíritu Santo le revela el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. " Tomará de lo mío, y os lo hará saber", dijo Cristo. "Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 16:14; 14:26). El Espíritu Santo se otorga como agente regenerador para proporcionarle eficacia a la salvación obrada por la muerte de nuestro Redentor. El Espíritu Santo constantemente está tratando de llamar la atención de los hombres a la gran ofrenda hecha en la cruz del calvario, de exponer al mundo el amor de Dios, y de abrir al alma arrepentida las cosas preciosas de las Escrituras.
Los Hechos De Los Apóstoles, pp. 42, 43. EGW RP MHP 

miércoles, 6 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 02. EL CONSOLADOR.


Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. (Juan 16:13). 
¿Cómo podremos permanecer fieles si en el día de la prueba no entendemos las palabras de Cristo? 
 Él dijo: "Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14: 25, 26). 

 Es el Espíritu Santo quien nos recuerda las palabras de Cristo. En su último discurso, el tema que escogió para presentar ante sus discípulos fue el ministerio del Espíritu Santo. Abrió frente a ellos una gama muy amplia de verdades. Debían recibir sus palabras por fe, y el Consolador les haría recordar todas las cosas. 
El consuelo que Cristo les impartió mediante esta promesa tiene su fundamento en que la divina influencia estaría con sus seguidores hasta el fin. Pero su ofrecimiento no es aceptado ni creído por la gente en nuestros días, y la iglesia tampoco lo aprecia ni espera su cumplimiento. 

 La promesa del don del Espíritu de Dios se considera como un asunto de poca importancia para ella. No ha dejado sus huellas en los feligreses y, en consecuencia, los resultados no pueden ser diferentes: sequía espiritual, oscuridad espiritual, decadencia y, por ende, muerte espiritual. 
 Asuntos triviales ocupan la mente de los creyentes. Sin embargo, la posesión de este poder divino -necesario para el crecimiento y la prosperidad de la iglesia-, traería todas las otras bendiciones de las cuales carece, y que se nos promete en su infinita plenitud.

 Mientras la iglesia se conforme con asuntos de poca importancia, continuará descalificándose para recibir los dones mayores que Dios ofrece. ¿Por qué será que no tenemos hambre y sed de recibir este regalo del Espíritu Santo, siendo éste una virtud que puede mantener puro el corazón? 
 En los designios del Señor, el poder divino debe cooperar con el esfuerzo humano. Es fundamental que el creyente comprenda el significado de la promesa del Espíritu Santo antes que Jesús venga por segunda vez. Hablen acerca de esto, oren por él, prediquen acerca de él; porque el Señor está más deseoso de conceder el Espíritu Santo que los padres a dar buenas dádivas a sus hijos. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna"Juan 3:16. Review and Herald, 15 de noviembre de 1892. EGW RP MHP

jueves, 31 de mayo de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 01. LA PROMESA DEL ESPÍRITU.


Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre. (Juan 14: 16.) 
Cuando Cristo dio a sus discípulos la promesa del Espíritu, se estaba acercando al fin de su ministerio terrenal. A la sombra de la cruz estaba con una comprensión plena de la carga de culpa que estaba por recaer sobre él como portador del pecado. 

 Antes de ofrecerse a sí mismo como víctima destinada al sacrificio, instruyó a sus discípulos en cuanto a la dádiva más esencial y completa que iba a conceder a sus seguidores; el don de los recursos inagotables de su gracia. "Y yo rogaré al Padre" -dijo él-, "y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir porque no le ve, ni le conoce, pero vosotros lo conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros" (Juan 14: 16, 17). 

 El Salvador estaba señalando de antemano el tiempo cuando el Espíritu Santo, como su representante, vendría para realizar una obra poderosa. El mal que se había estado acumulando durante siglos, habría de ser resistido por el divino poder del Espíritu Santo... 

La promesa del Espíritu Santo no se limita a ninguna edad ni raza. Cristo declaró que la influencia divina de su Espíritu estaría con sus seguidores hasta el fin. Desde el día de Pentecostés hasta ahora, el Consolador ha sido enviado a todos los que se han entregado plenamente al Señor y a su servicio. A todo el que ha aceptado a Cristo como su Salvador personal, el Espíritu Santo ha venido como consejero, santificador, guía y testigo. 

 Cuanto más cerca de Dios han andado los creyentes, más clara y poderosamente han testificado del amor de su Redentor y de su gracia salvadora. Los hombres y mujeres que a través de largos siglos de persecución y prueba gozaron en sus vidas de una medida de la presencia del Espíritu, se destacaron como señales y prodigios en el mundo. Revelaron ante los ángeles y los hombres el poder transformador del amor redentor.- HAp. 39, 40. EGW RP MHP 

domingo, 27 de mayo de 2018

LA ESPERANZA FINAL

01. ¿QUÉ ES OBEDIENCIA O DESOBEDIENCIA?


8 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida. 19 Porque, así como por la desobediencia de un hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. Rom. 5.

OBEDIENCIA. Gr. hupako'. La idea de esta palabra es "sumisión a lo que se oye". Hay un contraste entre este vocablo y parakoé, que corresponde a "desobediencia", "oír mal", o "rehusar oír" (ver el comentario de "desobediencia"). En cuanto a la obediencia de Cristo, ver com. vers. 18. 

 DESOBEDIENCIA. Gr. parako', literalmente "oír mal". Aparece sólo tres veces en el NT (2 Cor. 10: 6; Heb. 2: 2). El verbo "desobedecer" (parakóuÇ) está en Mat. 18: 17, y se ha traducido como "si no oyere". El descuido implícito en esta palabra podría referirse al primer paso en la caída de Adán. CBA MHP

sábado, 19 de mayo de 2018

01. ¡EL ESPÍRITU DE HUMILDAD Y PIEDAD FRENTE AL ORGULLO Y EL FORMALISMO EN LA IGLESIA CRISTIANA!


¡UN MENSAJE DE ADVERTENCIA!
 ¡EL PELIGRO QUE AFRONTA Y AFRONTARÁ LA IGLESIA 
DE TODO LOS TIEMPOS! 
¡EL VIVIR CONFORME ALAS REGLAS DEL MUNDO!

 Pero a medida que el espíritu de humildad y piedad fue reemplazado en la iglesia 
por el orgullo y formalismo, se enfriaron el amor a Cristo y la fe en su venida
Absorbido por la mundanalidad y la búsqueda de placeres, el profeso pueblo de Dios fue quedando ciego y no vio las instrucciones del Señor referentes a las señales de su venida. La doctrina del segundo advenimiento había sido descuidada; los pasajes de las Sagradas Escrituras que a ella se refieren fueron obscurecidos por falsas interpretaciones, hasta quedar ignorados y olvidados casi por completo. 

Tal fue el caso especialmente en las iglesias de los Estados Unidos de Norteamérica. La libertad y comodidad de que gozaban todas las clases de la sociedad, el deseo ambicioso de riquezas y lujo, que creaba una atención exclusiva a juntar dinero, la ardiente persecución de la popularidad y del poder, que parecían estar al alcance de todos, indujeron a los hombres a concentrar sus intereses y esperanzas en las cosas de esta vida, y a posponer para el lejano porvenir aquel solemne día en que el presente estado de cosas habrá de acabar. 

Cuando el Salvador dirigió la atención de sus discípulos hacia las señales de su regreso, predijo el estado de apostasía 355 que existiría precisamente antes de su segundo advenimiento. 

Habría, como en los días de Noé, actividad febril en los negocios mundanos y sed de placeres, y los seres humanos iban a comprar, vender, sembrar, edificar, casarse y darse en matrimonio, olvidándose entre tanto de Dios y de la vida futura. La amonestación de Cristo para los que vivieran en aquel tiempo es: "Mirad, pues, por vosotros mismos, no sea que vuestros corazones sean entorpecidos con la glotonería, y la embriaguez, y los cuidados de esta vida, y así os sobrevenga de improviso aquel día." "Velad, pues, en todo tiempo, y orad, a fin de que logréis evitar todas estas cosas que van a suceder, y estar en pie delante del Hijo del hombre." (Lucas 21: 34, 36, V.M).

 La condición en que se hallaría entonces la iglesia está descrita en las palabras del Salvador en el Apocalipsis: "Tienes nombre que vives, y estás muerto." Y a los que no quieren dejar su indolente descuido, se les dirige el solemne aviso: "Si no velares, vendré a ti como ladrón, y no sabrás en qué hora vendré a ti." (Apocalipsis 3:1, 3). Era necesario despertar a los hombres y hacerles sentir su peligro para inducirlos a que se preparasen para los solemnes acontecimientos relacionados con el fin del tiempo de gracia. 

El profeta de Dios declara: "Grande es el día de Jehová, y muy terrible: ¿quién lo podrá sufrir?" (Joel 2: 11.) ¿Quién soportará la aparición de Aquel de quien está escrito: "Tú eres de ojos demasiado puros para mirar el mal, ni puedes contemplar la iniquidad” (Habacuc 1: 13, V.M.).
 Para los que claman: "Dios mío, te hemos conocido," y sin embargo han quebrantado su pacto y se apresuraron tras otro dios, encubriendo la iniquidad en sus corazones y amando las sendas del pecado, para los tales "será el día de Jehová tinieblas, y no luz; oscuridad, que no tiene resplandor." (Oseas 8:2, 1; Salmo 16:4; Amós 5:20).

"Sucederá en aquel tiempo -dice el Señor- que yo registraré a Jerusalem con lámparas, y castigaré a los hombres que, como vino, están asentados sobre sus heces; los 356 cuales dicen en su corazón: ¡Jehová no hará bien, ni tampoco hará mal!" "Castigaré el mundo por su maldad, y los impíos por su iniquidad; y acabaré con la arrogancia de los presumidos, y humillaré la altivez de los terribles." "No podrá librarlos su plata ni su oro;" "y sus riquezas vendrán a ser despojo, y sus casas una desolación." (Sofonías 1: 12, 18, 13; Isaías 13: 11, V.M.). 

El profeta Jeremías mirando hacia lo por venir, hacia aquel tiempo terrible, exclamó: "¡Se conmueve mi corazón; no puede estarse quieto, por cuanto has oído, oh alma mía, el sonido de la trompeta y la alarma de guerra! ¡Destrucción sobre destrucción es anunciada!" (Jeremías 4: 19, 20, V.M.) "Día de ira es aquel día; día de apretura y de angustia, día de devastación y desolación, día de tinieblas y de espesa obscuridad, día de nubes y densas tinieblas; día de trompeta y de grito de guerra." "He aquí que viene el día de Jehová, . . . para convertir la tierra en desolación, y para destruir de en medio de ella sus pecadores." (Sofonías 1: 15, 16; Isaías 13: 9, V.M.) 

Ante la perspectiva de aquel gran día, la Palabra de Dios exhorta a su pueblo del modo más solemne y expresivo a que despierte de su letargo espiritual, y a que busque su faz con arrepentimiento y humillación: "¡Tocad trompeta en Sión, y sonad alarma en mi santo monte! ¡tiemblen todos los moradores de la tierra! porque viene el día de Jehová, porque está ya cercano." "¡Proclamad riguroso ayuno! ¡convocad asamblea solemnísima! ¡Reunid al pueblo! ¡proclamad una convocación obligatoria! ¡congregad a los ancianos! ¡juntad a los muchachos!... ¡salga el novio de su recámara, y la novia de su tálamo! Entre el pórtico y el altar, lloren los sacerdotes, ministros de Jehová." "Volveos a mí de todo vuestro corazón; con ayuno también, y con llanto, y con lamentos; rasgad vuestros corazones y no vuestros vestidos, y volveos a Jehová vuestro Dios; porque él es clemente y compasivo, lento en iras y grande en misericordia." (Joel 2: 1, 15-17, 12, 13, V.M.). 357 

Una gran obra de reforma debía realizarse para preparar a un pueblo que pudiese subsistir en el día de Dios. El Señor vio que muchos de los que profesaban pertenecer a su pueblo no edificaban para la eternidad, y en su misericordia iba a enviar una amonestación para despertarlos de su estupor e inducirlos a prepararse para la venida de su Señor. 

Esta amonestación nos es presentada en el capítulo catorce del Apocalipsis. En él encontramos un triple mensaje proclamado por seres celestiales y seguido inmediatamente por la venida del Hijo del hombre para segar "la mies de la tierra." La primera de estas amonestaciones anuncia la llegada del juicio. 
El profeta vio un ángel "volando en medio del cielo, teniendo un evangelio eterno que anunciar a los que habitan sobre la tierra, y a cada nación, y tribu, y lengua, y pueblo; y dice a gran voz: ¡Temed a Dios y dadle gloria; porque ha llegado la hora de su juicio!; ¡y adorad al que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes de agua!" 
(Apocalipsis 14: 6, 7, V.M.).

 Este mensaje es declarado parte del "evangelio eterno." La predicación del Evangelio no ha sido encargada a los ángeles, sino a los hombres. En la dirección de esta obra se han empleado ángeles santos y ellos tienen a su cargo los grandes movimientos para la salvación de los hombres; pero la proclamación misma del Evangelio es llevada a cabo por los siervos de Cristo en la tierra. Hombres fieles, obedientes a los impulsos del Espíritu de Dios y a las enseñanzas de su Palabra, iban a pregonar al mundo esta amonestación. Eran los que habían estado atentos a la "firme . . . palabra profética," la "lámpara que luce en un lugar tenebroso, hasta que el día esclarezca, y el lucero nazca." (2 Pedro 1: 19, V.M.). 

Habían estado buscando el conocimiento de Dios más que todos los tesoros escondidos, estimándolo más que "la ganancia de plata," y "su rédito" más "que el oro puro." (Proverbios 3: 14, V.M.) Y el Señor les reveló los grandes asuntos del reino. "El secreto de Jehová es 358 para los que le temen; y a ellos hará conocer su alianza." 
(Salmo 25: 14.). Los que llegaron a comprender esta verdad y se dedicaron a proclamarla no fueron los teólogos eruditos. Si éstos hubiesen sido centinelas fieles y hubieran escudriñado las Santas Escrituras con diligencia y oración, habrían sabido qué hora era de la noche; las profecías les habrían revelado los acontecimientos que estaban por realizarse. 

Pero tal no fue su actitud, y fueron hombres más humildes los que proclamaron el mensaje. Jesús había dicho: "Andad entre tanto que tenéis luz, porque no os sorprendan las tinieblas." (Juan 12: 35). Los que se apartan de la luz que Dios les ha dado, o no la procuran cuando está a su alcance, son dejados en las tinieblas. Pero el Salvador dice también: "El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida." (Juan 8:12, V.M.). 

Cualquiera que con rectitud de corazón trate de hacer la voluntad de Dios siguiendo atentamente la luz que ya le ha sido dada, recibirá aun más luz; a esa alma le será enviada alguna estrella de celestial resplandor para guiarla a la plenitud de la verdad. Cuando se produjo el primer advenimiento de Cristo, los sacerdotes y los fariseos de la ciudad santa, a quienes fueran confiados los oráculos de Dios, habrían podido discernir las señales de los tiempos y proclamar la venida del Mesías prometido. 

La profecía de Miqueas señalaba el lugar de su nacimiento. (Miqueas 5:2.) Daniel especificaba el tiempo de su advenimiento. (Daniel 9:25.) Dios había encomendado estas profecías a los caudillos de Israel; no tenían pues excusa por no saber que el Mesías estaba a punto de llegar y por no habérselo dicho al pueblo. Su ignorancia era resultado de culpable descuido. 

Los judíos estaban levantando monumentos a los profetas de Dios que habían sido muertos, mientras que con la deferencia con que trataban a los grandes de la tierra estaban rindiendo homenaje a los siervos de Satanás. Absortos en sus luchas ambiciosas por los honores mundanos y el poder, 359 perdieron de vista los honores divinos que el Rey de los cielos les había ofrecido. 

Los ancianos de Israel deberían haber estudiado con profundo y reverente interés el lugar, el tiempo, las circunstancias del mayor acontecimiento de la historia del mundo: la venida del Hijo de Dios para realizar la redención del hombre. Todo el pueblo debería haber estado velando y esperando para hallarse entre los primeros en saludar al Redentor del mundo. En vez de todo esto, vemos, en Belén, a dos caminantes cansados que vienen de los collados de Nazaret, y que recorren toda la longitud de la angosta calle del pueblo hasta el extremo este de la ciudad, buscando en vano lugar de descanso y abrigo para la noche. 

Ninguna puerta se abre para recibirlos. En un miserable cobertizo para el ganado, encuentran al fin un refugio, y allí fue donde nació el Salvador del mundo. Los ángeles celestiales habían visto la gloria de la cual el Hijo de Dios participaba con el Padre antes que el mundo existiese, y habían esperado con intenso interés su advenimiento en la tierra como acontecimiento del mayor gozo para todos los pueblos. Fueron escogidos ángeles para llevar las buenas nuevas a los que estaban preparados para recibirlas, y que gozosos las darían a conocer a los habitantes de la tierra. 

Cristo había condescendido en revestir la naturaleza humana; iba a llevar una carga infinita de desgracia al ofrendar su alma por el pecado; sin embargo los ángeles deseaban que aun en su humillación el Hijo del Altísimo apareciese ante los hombres con la dignidad y gloria que correspondían a su carácter. ¿Se juntarían los grandes de la tierra en la capital de Israel para saludar su venida? ¿Sería presentado por legiones de ángeles a la muchedumbre que le esperara? 

Un ángel desciende a la tierra para ver quiénes están preparados para dar la bienvenida a Jesús. Pero no puede discernir señal alguna de expectación. No oye ninguna voz de alabanza ni de triunfo que anuncie que la venida del Mesías es inminente. El ángel se cierne durante un momento sobre la ciudad 360 escogida y sobre el templo donde durante siglos y siglos se manifestara la divina presencia; pero allí también se nota la misma indiferencia. 

Con pompa y orgullo, los sacerdotes ofrecen sacrificios impuros en el templo. Los fariseos hablan al pueblo con grandes voces, o hacen oraciones jactanciosas en las esquinas de las calles. En los palacios de los reyes, en las reuniones de los filósofos, en las escuelas de los rabinos, nadie piensa en el hecho maravilloso que ha llenado todo el cielo de alegría y alabanzas, el hecho de que el Redentor de los hombres está a punto de hacer su aparición en la tierra. 

No hay señal de que se espere a Cristo ni preparativos para recibir al Príncipe de la vida. Asombrado, el mensajero celestial está a punto de volverse al cielo con la vergonzosa noticia, cuando descubre un grupo de pastores que están cuidando sus rebaños durante la noche, y que al contemplar el cielo estrellado, meditan en la profecía de un Mesías que debe venir a la tierra y anhelan el advenimiento del Redentor del mundo. Aquí tenemos un grupo de seres humanos preparado para recibir el mensaje celestial. Y de pronto aparece el ángel del Señor proclamando las buenas nuevas de gran gozo.

 La gloria celestial inunda la llanura, una compañía innumerable de ángeles aparece, y, como si el júbilo fuese demasiado para ser traído del cielo por un solo mensajero, una multitud de voces entonan la antífona que todas las legiones de los rescatados cantarán un día: "¡Gloria en las alturas a Dios, y sobre la tierra paz; entre los hombres buena voluntad!" (San Lucas 2: 14, V.M.).

 ¡Oh! ¡qué lección encierra esta maravillosa historia de Belén! ¡Qué reconvención para nuestra incredulidad, nuestro orgullo y amor propio! ¡Cómo nos amonesta a que tengamos cuidado, no sea que por nuestra criminal indiferencia, nosotros también dejemos de discernir las señales de los tiempos, y no conozcamos el día de nuestra visitación! 

No fue sólo sobre los collados de Judea, ni entre los humildes pastores, donde los ángeles encontraron a quienes velaban 361 esperando la venida del Mesías En tierra de paganos había también quienes le esperaban; eran sabios, ricos y nobles filósofos del oriente. 

Observadores de la naturaleza, los magos habían visto a Dios en sus obras. Por las Escrituras hebraicas tenían conocimiento de la estrella que debía proceder de Jacob, y con ardiente deseo esperaban la venida de Aquel que sería no sólo la "consolación de Israel," sino una "luz para iluminación de las naciones" y "salvación hasta los fines de la tierra." (Lucas 2: 25, 32; Hechos 13: 47, V.M.). Buscaban luz, y la luz del trono de Dios iluminó su senda. Mientras los sacerdotes y rabinos de Jerusalén, guardianes y expositores titulados de la verdad, quedaban envueltos en tinieblas, la estrella enviada del cielo guió a los gentiles del extranjero al lugar en que el Rey acababa de nacer. 

Es "para la salvación de los que le esperan" para lo que Cristo aparecerá "la segunda vez, sin pecado." (Hebreos 9: 28, V.M.) Como las nuevas del nacimiento del Salvador, el mensaje del segundo advenimiento no fue confiado a los caudillos religiosos del pueblo. No habían conservado éstos la unión con Dios, y habían rehusado la luz divina; por consiguiente no se encontraban entre aquellos de quienes habla el apóstol Pablo cuando dice: "Vosotros, empero, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día a vosotros os sorprenda como ladrón: porque todos vosotros sois hijos de la luz e hijos del día; nosotros no somos de la noche, ni de las tinieblas." 
(1Tesalonicenses 5: 4, 5, V.M.).

*Los centinelas apostados sobre los muros de Sión deberían haber sido los primeros en recoger como al vuelo las buenas nuevas del advenimiento del Salvador, los primeros en alzar la voz para proclamarle cerca y advertir al pueblo que se preparase para su venida. Pero en vez de eso, estaban soñando tranquilamente en paz, mientras el pueblo seguía durmiendo en sus pecados. 

Jesús vio su iglesia, semejante a la higuera estéril, cubierta de hojas de presunción y sin embargo carente de rica fruta. Se observaban con jactancia las formas de 362 religión, mientras que faltaba el espíritu de verdadera humildad, arrepentimiento y fe, o sea lo único que podía hacer aceptable el servicio ofrecido a Dios. 

En lugar de los frutos del Espíritu, lo que se notaba era orgullo, formalismo, vanagloria, egoísmo y opresión. 

Era aquélla una iglesia apóstata que cerraba los ojos a las señales de los tiempos. Dios no la había abandonado ni había dejado de ser fiel para con ella; pero ella se alejó de él y se apartó de su amor. Como se negara a satisfacer las condiciones, tampoco las promesas divinas se cumplieron para con ella. 

Esto es lo que sucede infaliblemente cuando se dejan de apreciar y aprovechar la luz y los privilegios que Dios concede. A menos que la iglesia siga el sendero que le abre la Providencia, y aceptando cada rayo de luz, cumpla todo deber que le sea revelado, la religión degenerará inevitablemente en mera observancia de formas, y el espíritu de verdadera piedad desaparecerá. 

Esta verdad ha sido demostrada repetidas veces en la historia de la iglesia. Dios requiere de su pueblo obras de fe y obediencia que correspondan a las bendiciones y privilegios que él le concede. 

La obediencia requiere sacrificios y entraña una cruz; y por esto fueron tantos los profesos discípulos de Cristo que se negaron a recibir la luz del cielo, y, como los judíos de antaño, no conocieron el tiempo de su visitación. (Lucas 19:44.) A causa de su orgullo e incredulidad, el Señor los dejó a un lado y reveló su verdad a los que, cual los pastores de Belén y los magos de oriente, prestaron atención a toda la luz que habían recibido. EGW CS 
Ministerio Hno. Pio

23. “LA CONVERSIÓN CREA NUEVOS INTERESES”

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Efesios 4:22. Dios ...