domingo, 12 de abril de 2020

19. CON LA MENTE DE CRISTO. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.


Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? 
Mas nosotros tenemos la mente de Cristo. (1 Corintios 2: 16).
A medida que la verdad convierte al hombre, comienza la transformación del carácter.  Como resultado de la obediencia se produce el aumento de la comprensión.  La mente y la voluntad de Dios llegan a ser las suyas, y al buscar permanentemente el consejo de la Deidad, el discernimiento crece en forma constante.  Bajo la dirección del Espíritu de Dios se produce un desarrollo general de las facultades mentales que son consagradas a él sin reservas.

Esta no es una educación unilateral, que desarrolla sólo una parte del carácter.  Al contrario, revela los principios del desarrollo armonioso de todo el ser.  Al superar las debilidades del carácter vacilante, la piedad y la devoción continua establecen tal relación con Jesús, que la persona llega a tener la mente de Cristo.  Además, al desarrollar claridad de percepción, y también principios firmes y saludables, el creyente llega a ser uno con Jesús, quien le imparte la sabiduría que procede de Dios, fuente de toda luz y comprensión.

La gracia divina se derrama sobre el ser humilde, obediente y concienzudo a semejanza del Sol de Justicia, quien fortalece las facultades mentales de los que se esfuerzan en utilizar los talentos al servicio del Maestro.  En forma admirable, y aunque parezca sin importancia, la obediencia fortalece y hace crecer en el conocimiento de Jesús, práctica que habilita para llevar muchos frutos en buenas obras para la gloria de Dios. 
 Fue así como los que han sido notables por sus logros, aprendieron las más preciosas lecciones del ejemplo de quienes el mundo considera ignorantes.  Sin embargo, éstos podrían haber tenido una visión más profunda si hubiesen obtenido niveles más altos de conocimiento en la enseñanza formal y también en la escuela de Cristo.
Cuando se estudia la Palabra de Dios, se produce una notable apertura y fortalecimiento de las facultades mentales.  Mediante la asimilación de las Escrituras, y gracias a la intervención del Espíritu Santo, es como la verdad divina entra en el corazón para purificar y refinar todo el ser.
 Review and Herald, 19 de julio de 1887. 61
 Recibiréis Poder (EGW).

18. UN CARÁCTER SEMEJANTE A CRISTO. II. TRANSFORMADOS POR EL ESPÍRITU.


Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. (Colosenses 3: 3).
Jesús es el modelo perfecto.  En lugar de complacer al yo y de hacer lo que nos parece, tratemos de reflejar su imagen. El fue bondadoso y cortés, tierno y compasivo. ¿Somos semejantes a él en estas virtudes? ¿Deseamos que nuestras vidas tengan la fragancia de las buenas obras? Lo que necesitamos es la sencillez de Cristo. Temo que un espíritu duro e insensible, enteramente diferente del Modelo divino, haya tomado posesión del corazón de no pocos. Esta conducta inflexible, alimentada por muchos que la consideran una virtud, tiene que ser removida para estar en condiciones de amar a otros, como Cristo nos amó a nosotros.

No es suficiente que nos limitemos a la simple expresión de fe.  Se necesita más que un asentimiento nominal.  Debe haber un conocimiento real; una experiencia genuina en los principios de la verdad que está en Cristo.  El Espíritu Santo debe obrar en el interior para exponer estos principios a la fuerte luz de un conocimiento claro acerca de ellos, y, al conocer su poder, dejar que actúe en la vida.  La mente debe rendir obediencia a la real ley de la libertad, que es impresa en el corazón y llega a ser entendida plenamente gracias al Espíritu Santo.  La expulsión del pecado debe ser un acto del mismo ser, basado en el ejercicio de sus más nobles facultades.  La única libertad de la cual puede disfrutar la voluntad finita está en ponerse en armonía con la voluntad de Dios, cumpliendo con las condiciones que le permiten al hombre ser participante de la naturaleza divina por haber huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia...

El carácter humano, deformado por el pecado, es depravado y terriblemente diferente del que tuvo el primer hombre cuando salió de las manos del Creador.  Jesús se propuso tomar la pecaminosa deformidad humana y, en cambio, devolverle su propio carácter hermoso y excelente.  Se compromete a renovar todo el ser mediante la verdad. 
El error no puede realizar esta obra de regeneración; sin embargo, necesitamos tener visión espiritual para poder discernir entre la verdad y la falsedad, a fin de no caer en las trampas del enemigo.
 Review and Herald, 24 de noviembre de 1885. 60
 Recibiréis Poder (EGW).

23. “LA CONVERSIÓN CREA NUEVOS INTERESES”

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Efesios 4:22. Dios ...