viernes, 28 de septiembre de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 15. LENGUAS DE FUEGO.


Y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. 
 Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, 
según el Espíritu les daba que hablasen. (Hechos 2: 3, 4). 
Si investiga las Escrituras con espíritu dócil y deseoso de aprender, sus esfuerzos serán bien recompensados. 
"Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir. espiritualmente" (1 Cor. 2: 14). 

La Biblia debe estudiarse con oración. Haríamos bien en imitar a David, que imploró: "Abre mis ojos, y miraré las maravillas de tu ley" (Sal. 119:18). Ningún hombre puede comprender las Escrituras sin la iluminación del Espíritu Santo.

Si deseamos estar en la debida posición delante de Dios, su luz nos alumbrará con rayos claros y potentes. 
Esta fue la experiencia de los primeros discípulos: "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen" (Hech. 2: 1-4). 

 Dios también está dispuesto a darnos la misma bendición, siempre que tengamos real interés en ella. 
El Señor no cerró los depósitos celestiales después de haber derramado su Espíritu sobre los primeros discípulos. También nosotros podemos recibir la plenitud de su bendición. El cielo está lleno de los tesoros de su gracia, y los que con fe se acercan a Dios pueden reclamar todo lo que él ha prometido. 

 Si no contamos con su poder es por la indiferencia, el letargo espiritual y nuestra indolencia. Abandonemos la mortal formalidad. Hay una gran tarea que debe realizarse en nuestros días, y no hemos hecho ni siquiera la mitad de la obra que el Maestro espera que hagamos. Hablamos acerca del mensaje del primero y del segundo ángel, y ya creemos comprender algo referente al mensaje del tercero. Sin embargo, no deberíamos sentirnos satisfechos con el conocimiento que tenemos actualmente. Nuestras peticiones deberían ascender a Dios mezcladas con fe y contrición, para que podamos comprender los misterios que el Señor desea dar a conocer a sus santos.
Review and Herald, 4 de junio de 1889. 26 RP EGW

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 14. FUEGO ARDIENTE.


Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude. (Jeremías 20: 9). 
Dios impulsará a personas que ocupan posiciones modestas para que den a conocer el mensaje de la verdad presente. Constreñidos por el Espíritu de Dios, acelerando el paso, muchos avanzarán cada vez más lejos y más alto, para compartir la luz con los que están en tinieblas. La verdad es como fuego en sus huesos, que los inflama con un deseo ardiente de iluminar a los que están en la obscuridad. Incluso entre los educados habrá muchos que proclamarán la Palabra de Dios. Habrá niños que serán impelidos por el Espíritu Santo a presentar el mensaje de lo alto. El Espíritu será derramado sobre los que ceden a sus impulsos. Desligados de las reglas que atan a los hombres, y de los movimientos cautelosos, se unirán al ejército del Señor. 

En el futuro, el Espíritu del Señor inspirará a personas que realizan actividades comunes a dejar sus tareas habituales para ir a proclamar el último mensaje de gracia. Tan rápido como sea posible, serán preparados para una labor que será coronada con el éxito. Cooperarán con las agencias celestiales, por cuanto están dispuestos a gastar y ser consumidos en el servicio al Maestro. Nadie está autorizado a estorbar a estos obreros. Serán bienvenidos cuando vayan a cumplir el gran cometido. No deberán ser vituperados cuando siembren la semilla del evangelio en los lugares escabrosos de la tierra. 

Las mejores cosas de la vida -la simplicidad, la honestidad, la veracidad, la pureza, la inusual integridad- no pueden ser compradas ni vendidas; gratuitamente están al alcance de los ignorantes como de los educados, para la gente de color como para los blancos, para el modesto campesino como para el rey sentado sobre su trono, para los humildes que no confían en su propia fortaleza sino que trabajan con simplicidad confiando siempre en Dios. Ellos son los que compartirán el gozo del Salvador. Sus oraciones perseverantes atraerán creyentes a la cruz. Al cooperar con su esfuerzo y renunciamiento propio, Jesús impulsará los corazones y producirá milagrosas conversiones. Hombres y mujeres se unirán a la confraternidad de la iglesia. Se construirán lugares de reunión y se fundarán escuelas. 
 El corazón de los obreros se henchirá de gozo al ver la salvación de Dios.- Testimonies, t. 7, pp. 26, 27. 25  
RP EGW

miércoles, 5 de septiembre de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 13. EL "VINO NUEVO"' DEL REINO.


Y nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar. (Marcos 2: 22). 
Mientras nos vaciamos del egoísmo y del pecado, constantemente deberíamos estar llenando nuestra mente de Cristo. Cuando Jesús vino al mundo, los dirigentes judíos estaban tan permeados del espíritu farisaico que no pudieron recibir sus enseñanzas. Cristo los comparó con cueros rugosos de odres viejos que no están en condiciones de recibir el vino fresco de la vendimia. Necesitaban aprovisionarse de recipientes apropiados para poner el vino nuevo de su reino. Por esta causa tuvo que dejar a los fariseos y valerse de simples pescadores de Galilea. Jesús, el mayor de los maestros que el mundo haya conocido, escogió personas a quienes pudiera educar, capaces de captar sus enseñanzas, para ser enviados con el mensaje de sus labios, el cual debía llegar hasta nuestros días.

 De este modo, por su Espíritu y su Palabra, también quiere formarlo a usted para que realice la obra divina. Al limpiar su mente de la vanidad y de la frivolidad, ciertamente el vacío que ello deja será ocupado con lo que Dios está esperando concederle: su Espíritu. Así, del buen tesoro del corazón podrá sacar buenas cosas, preciosas gemas del pensamiento; y otros, al captar dichas palabras, comenzarán a glorificar a Dios. 

 Entonces, usted no tendrá la mente centrada en sí mismo. Al acabar con las demostraciones de egoísmo, sus pensamientos y afectos estarán centrados en Cristo, lo cual le permitirá reflejar a otros lo que le fue mostrado por el Sol de justicia. Jesús dijo: "Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba" (Juan 7: 37). ¿Usted ya secó la fuente? No, por cuanto es inagotable. Tan pronto como comience a sentir sed, beba una y otra vez. La fuente siempre está colmada. Para apagar la sed, el que bebe una vez de ella no volverá a buscar agua en las cisternas rotas de este mundo; dejará de husmear con el fin de descubrir el mayor placer, la más grande diversión y la más divertida chacota y travesura. No las buscará porque ha estado bebiendo de las corrientes que hacen placentera la ciudad de Dios. Entonces su gozo será completo, porque Cristo, la esperanza de gloria, estará en usted. 
Review and Herald, 15 de marzo de 1892. 24 RP EGW 

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 12. SAVIA VIVIFICANTE.


Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos, les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?
 Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo. (Hechos 19:1, 2). 
Hay muchos que hoy ignoran, tanto como aquellos creyentes de Efeso, la obra del Espíritu Santo en el corazón. Sin embargo, ninguna verdad se enseña más claramente en la Palabra de Dios. Los profetas y apóstoles se han explayado sobre este tema. Cristo mismo nos llama la atención al desarrollo del mundo vegetal como una ilustración de cómo obra su Espíritu para sostener la vida espiritual. La savia de la vid, al ascender desde la raíz, se difunde por las ramas, y contribuye al crecimiento y a la producción de flores y frutos. 
Del mismo modo, el poder vivificador del Espíritu Santo, que procede del Salvador, llena el alma, renueva los motivos y afectos, somete hasta los pensamientos para que obedezcan la voluntad de Dios, y capacita al que lo recibe para producir los preciosos frutos de las acciones santas. El autor de esta vida espiritual es invisible, y el método exacto mediante el cual esa vida se imparte y sostiene, excede las posibilidades de explicación por parte de la filosofía humana. 

 Sin embargo, la actividad del Espíritu está siempre en armonía con la Palabra escrita. Lo que sucede en el mundo natural ocurre también en el espiritual. Un poder divino preserva continuamente la vida natural; sin embargo, eso no ocurre por un milagro directo, sino gracias al empleo de las bendiciones puestas a nuestro alcance.  
Del mismo modo, la vida espiritual se sostiene debido al uso de los medios que la Providencia ha provisto. Para que el seguidor de Jesús crezca hasta convertirse en "un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Efe. 4: 13), debe comer del pan de vida y beber del agua de la salvación. Debe velar, orar y trabajar, y prestar atención en todas las cosas, sujetándose a las instrucciones de Dios consignadas en su Palabra.
 Los hechos de los apóstoles, pp. 233, 234. 23 RPEGW

23. “LA CONVERSIÓN CREA NUEVOS INTERESES”

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Efesios 4:22. Dios ...