jueves, 21 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 09. EL ACEITE FLUYE CONSTANTEMENTE.


Hablé aún de nuevo, y le dije:
 ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?... 
Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra. (Zacarías 4: 12, 14). 
Mediante esta figura, Zacarías ilustra la continua comunicación del Espíritu Santo con la iglesia; la lección maravillosa nos infunde mucho ánimo. El profeta dice: "Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño. Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él. "Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?... Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos... Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?... Y el dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra" (Zac. 4: 1-4, 6, 12, 14). 

Desde los dos olivos, el dorado aceite fluía a través de los tubos de oro hacia el depósito del candelabro, y desde allí a las áureas lámparas que alumbraban al santuario. De este modo, del Santo que permanece en la presencia de Dios, el Espíritu divino es impartido a los instrumentos humanos que se han consagrado a su servicio. La misión de los dos ungidos es comunicar luz y poder al pueblo de Dios. Permanecen en su presencia para que recibamos sus bendiciones. Semejante a los dos olivos que van vaciándose a sí mismos mediante los conductos de oro, los mensajeros celestiales buscan la oportunidad para compartir lo que han recibido de Dios. Todos los tesoros celestiales aguardan que los solicitemos, y, en la medida en que recibamos sus bendiciones, nos corresponde impartirlas a otros. De este modo son abastecidas las lámparas celestiales, y la iglesia llega a ser luz para el mundo. Review and Herald, 2 de marzo de 1897. EGW RP MHP

sábado, 16 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 08. ACEITE EN SUS VASIJAS.


Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; 
más las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. (Mateo 25: 3, 4). 
Muchos aceptan rápidamente la verdad, pero, al no ser asimilada, sus efectos son neutralizados. Se parecen a las vírgenes necias que quedaron sin la provisión de aceite para sus lámparas. El aceite es símbolo del Espíritu Santo, que llega hasta el corazón gracias a la fe en Cristo. Quienes escudriñan las Escrituras con diligencia y mucha oración, y confían en Dios con una fe firme y obedecen sus mandamientos, están representados por las vírgenes sabias. 

 Las enseñanzas de la Palabra de Dios no son sí o no; sino sí y amén. Las exigencias del evangelio están más allá del alcance humano. El apóstol dice: "Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él" (Col. 3: 17). "Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Cor. 10: 31). 

 Es imposible que experimentemos la piedad práctica si dejamos fuera de las cortes del corazón las grandes verdades de la Biblia. La religión de las Escrituras debe entretejerse tanto con los asuntos que el creyentes considera triviales como con los que le parece que son muy importantes. Debe dotarlo de los motivos poderosos y grandes principios que orientan el carácter y el curso de acción del cristiano. El aceite, tan necesario para los que están representados por las vírgenes necias, no es algo que deba ser dejado de lado. El creyente debe traerlo al santuario de su ser para que lo limpie, lo refine y lo santifique. 

 No es teoría lo que se necesita; son las sagradas enseñanzas de la Biblia, las que no constituyen doctrinas inciertas y sin sentido sino verdades vitales que comprometen intereses eternos centrados en Jesús. En él reside todo el sistema de verdades divinas. La salvación del creyentes, mediante la fe en Cristo, es el pilar fundamental de la verdad. Los que ejercitan fe en Jesús lo manifestarán mediante la santidad de su carácter y la obediencia a la ley de Dios. 

 Saben que la verdad que está en Cristo pone al cielo y la eternidad a su alcance. Entienden también que el carácter cristiano debe imitar el de Jesús. En consecuencia, estará lleno de gracia y de verdad. A ellos les es impartido el aceite de la gracia que alimenta la luz que nunca se apaga. El Espíritu Santo, en el corazón del creyente, lo hace completo en Cristo.- Review and Herald, 17 de septiembre de 1895.  EGW RP MHP 

viernes, 15 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 07. INVISIBLE COMO EL VIENTO.

El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. (Juan 3: 8).

Se oye el viento entre las ramas de los árboles, por el susurro que produce en las hojas y las flores; sin embargo es invisible y nadie sabe de dónde viene ni adónde va. Así sucede con la obra del Espíritu Santo en el corazón. Es tan inexplicable como los movimientos del viento. Puede ser que una persona no pueda decir exactamente la ocasión ni el lugar en que se convirtió, ni distinguir todas las circunstancias de su conversión; pero esto no significa que no se haya convertido.

Mediante un agente tan invisible como el viento, Cristo obra constantemente en el corazón. Poco a poco, tal vez inconscientemente para quien las recibe, son hechas las impresiones que tienden a atraer el alma a Cristo. Pueden ser recibidas al meditar en él, al leer las Escrituras, o al oír la palabra del predicador viviente. Súbitamente, al presentar el Espíritu un llamamiento más directo, el alma se entrega gozosamente a Jesús.

Muchos llaman a esto conversión repentina; pero es el resultado de una larga intercesión del Espíritu de Dios; es una obra paciente y larga. Aunque el viento mismo es invisible, produce efectos que se ven y sienten. Así también la obra del Espíritu en el alma se revelará en toda acción de quien haya sentido su poder salvador. Cuando el Espíritu de Dios toma posesión del corazón, transforma la vida. Los pensamientos pecaminosos son puestos a un lado, las malas acciones son abandonadas; el amor, la humildad y la paz, reemplazan a la ira, la envidia y las contenciones. La alegría sustituye a la tristeza, y el rostro refleja la luz del cielo. Nadie ve la mano que alza la carga, ni contempla la luz que desciende de los atrios celestiales. La bendición viene cuando por la fe el alma se entrega a Dios. 

Entonces, ese poder que ningún ojo humano puede ver, crea un nuevo ser a la imagen de Dios. Para las mentes finitas es imposible comprender la obra de la redención. Su ministerio supera al conocimiento humano; sin embargo, el que pasa de muerte a vida comprende que es una realidad divina. Por experiencia personal podemos conocer aquí el comienzo de la redención. Sus resultados alcanzan hasta las edades eternas.            El Deseado de todas las gentes, pp. 143, 144. EGW RP MHP


lunes, 11 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 06. LA PALOMA CELESTIAL.

También dio Juan testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre él. (Juan 1:32). 

Cristo es nuestro ejemplo en todo. En respuesta a la oración que elevó a su Padre, el cielo se abrió, y el Espíritu, semejante a una paloma, descendió sobre él. Por el Espíritu Santo es como Dios, además de establecer comunicación con el hombre, también mora en el corazón de los que son fieles y obedientes. Los que lo busquen en forma sincera, con el fin de recibir sabiduría para resistir a Satanás, recibirán luz y fortaleza en la hora de la tentación. 

 Debemos vencer del mismo modo como Cristo triunfó. Jesús comenzó su ministerio público con una súplica, ferviente. Con ello nos dejó un ejemplo acerca de la importancia que tiene la oración para adquirir una experiencia cristiana victoriosa. Su constante comunión con el Padre constituye un modelo que haríamos bien en imitar. Apreció el privilegio de orar, y la obra mostró los resultados de su comunión con Dios.

 Examinando la historia de su vida, descubrimos que ante cada circunstancia importante buscaba un retiro en el bosque, o la soledad de las montañas, con el propósito de elevar a Dios sus plegarias fervientes y perseverantes. Con frecuencia dedicó noches enteras a la oración antes de realizar algún milagro poderoso. Después de un día de labor y antes de una noche de comunión, compasivamente despedía a sus discípulos paro que pudieran volver a sus hogares a descansar, mientras él, con clamor y lágrimas, intercedería ante Dios en favor de la humanidad. En respuesta a la oración, y en virtud de la gracia de Dios, Jesús fue vigorizado para llevar las cargas y fortalecido para resistir las pruebas. 

 Si queremos ser vencedores, debemos depender de Dios para experimentar una vida cristiana victoriosa, siguiendo el ejemplo que Cristo legó al abrir un camino que nos conduce a la fuente de fortaleza que nunca falla, y de la cual podemos obtener gracia y poder para resistir al enemigo. En las márgenes del Jordán, Jesús oró como representante de la humanidad, y la apertura de los cielos y la voz de aprobación nos aseguran que Dios acepta a la humanidad a través de los méritos de Cristo.

Signs of the Times, 24 de julio de 1893. EGW RP MHP 


domingo, 10 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 05. EL REPRESENTANTE DE CRISTO.


Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, 
el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. (Juan 16: 7). 
"Espíritu de verdad" es el nombre que se da al Consolador. Su obra consiste en definir y mantener la verdad. 
 Primero habita en el corazón como el Espíritu de verdad; de este modo, llega a ser el Consolador. 
 En la verdad hay tranquilidad y paz, lo cual no se puede hallar en el error. 
 Satanás conquista el poder sobre la mente a través de falsas teorías y tradiciones. El enemigo logra desfigurar el carácter e imponer la adopción de falsas normas. Mediante las Escrituras el Espíritu Santo habla a la mente, e imprime la verdad en el corazón. De este modo expone el error y lo expulsa del creyente. Por el Espíritu de verdad, obrando por intermedio de la Palabra de Dios, Cristo une a los suyos a sí mismo.

 Al describir a sus discípulos la obra del Espíritu Santo, Jesús quiso inspirarlos para que alcanzaran el mismo gozo y la alegría que llenaba su propio corazón. Se regocijó con la ayuda abundante que había provisto para su iglesia. El Consolador era el más excelso de los dones que podría solicitar al Padre con el propósito de exaltar a su pueblo. Fue dado como el agente regenerador, y sin este don el sacrificio de Cristo hubiera sido en vano. 

 Por siglos el poder maligno se había fortalecido hasta el punto que era asombrosa la sumisión del hombre a la cautividad satánica. El pecado puede ser resistido y vencido únicamente por la intervención poderosa de la tercera persona de la Deidad, que no vendría con una energía modificada, sino en la plenitud del poder divino. 

 El Espíritu es el que hace efectivo lo que logró el Redentor del mundo. Mediante el Consolador el corazón se purifica. Gracias a su obra el creyente llega a ser participante de la naturaleza divina. Cristo nos dio el divino poder de su Espíritu para que podamos vencer las tendencias al mal, sean heredades o cultivadas, y para imprimir en la iglesia su propio carácter. Review and Herald, 19 de noviembre de 1908. EGW RP MHP 

sábado, 9 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 04. EL ESPÍRITU: UN TESTIGO.


El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. (Romanos 8: 16). 
Si el Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, ¿cuáles serán los resultados?  
El creyente someterá todo su ser a la voluntad divina. Entonces, en su maravillosa condescendencia, la Majestad de los cielos establece una santa relación familiar con los que lo buscan de todo corazón. Como consecuencia, mediante una abundante manifestación de la gracia de Dios, el hijo del Altísimo -el creyente-, es llevado a mantener con su Padre una dependencia semejante a la de los niños con los suyos. 

 Consagre a Dios todo su ser cuerpo y espíritu con entera confianza en su poder y en su voluntad de bendecirlo, no importa cuán desvalido e indigno sea usted. "Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Juan 1:12). 

No caiga en la actividad impaciente, sino sea celoso en la fe, con un sólo propósito definido: atraer creyentes a Cristo, el Redentor crucificado. Esta obra no se realiza como resultado de un sermón lógico que logra convencer al intelecto. El corazón necesita ser persuadido y ablandado por la ternura. La voluntad tiene que ser sometida al arbitrio de Dios, y todas las aspiraciones deben tener una orientación celestial. 

 Aliméntese de la Palabra del Dios viviente. El efecto debe verse en la vida práctica. Ella debe apoderarse de los comandos de todo el ser. . . Cuando confiemos plenamente en Cristo, nos daremos a nosotros mismos en ofrenda a Dios. Nuestra dependencia estará centrada en la virtud y en la intercesión de Cristo como nuestra única esperanza. No hay confusión, ni sospecha, puesto que por la fe vemos a Jesús, el enviado de Dios, cuya misión es lograr la reconciliación con los pecadores. 

 Si deseamos creer solamente en Cristo, él está comprometido con un pacto solemne de mediar en favor de los que, por su intermedio, se acercan al Padre, con el propósito de garantizar su salvación. Este privilegio está garantizado si nos acercamos confiadamente el trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.- Manuscript Releases, t. 14, pp. 276, 277. EGW RP MHP

jueves, 7 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 03. LA NATURALEZA DEL ESPÍRITU: UN MISTERIO.

 

El Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros. (Juan 14: 17). 
No es esencial para nosotros ser capaces de definir con precisión qué es el Espíritu Santo. Cristo nos dice que el Espíritu es el Consolador, "el Espíritu de verdad el cual procede del Padre". Se asevera claramente tocante al Espíritu Santo, que en su obra de guiar a los hombres a toda verdad "no hablará por su propia cuenta" (Juan 15:26; 16:13). La naturaleza del Espíritu Santo es un misterio. Los hombres no pueden explicarla, porque el Señor no se la ha revelado. Los hombres que albergan opiniones fantásticas pueden reunir pasajes de las Escrituras y darles interpretación humana; pero la aceptación de esos conceptos no fortalecerá a la iglesia. 

 En cuanto a estos misterios, demasiado profundos para el entendimiento humano, el silencio es oro. Se especifica claramente el oficio del Espíritu Santo en las palabras de Cristo: "Cuando él venga, convencerá de pecado, y de justicia, y de juicio" (Juan 16: 8). Es el Espíritu Santo el que convence de pecado. Si el pecador responde a la influencia vivificadora del Espíritu, será inducido a arrepentirse y a comprender la importancia de obedecer los requerimientos divinos. 

Al pecador arrepentido, que tiene hambre y sed de justicia, el Espíritu Santo le revela el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. " Tomará de lo mío, y os lo hará saber", dijo Cristo. "Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 16:14; 14:26). El Espíritu Santo se otorga como agente regenerador para proporcionarle eficacia a la salvación obrada por la muerte de nuestro Redentor. El Espíritu Santo constantemente está tratando de llamar la atención de los hombres a la gran ofrenda hecha en la cruz del calvario, de exponer al mundo el amor de Dios, y de abrir al alma arrepentida las cosas preciosas de las Escrituras.
Los Hechos De Los Apóstoles, pp. 42, 43. EGW RP MHP 

miércoles, 6 de junio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 02. EL CONSOLADOR.


Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. (Juan 16:13). 
¿Cómo podremos permanecer fieles si en el día de la prueba no entendemos las palabras de Cristo? 
 Él dijo: "Os he dicho estas cosas estando con vosotros. Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho" (Juan 14: 25, 26). 

 Es el Espíritu Santo quien nos recuerda las palabras de Cristo. En su último discurso, el tema que escogió para presentar ante sus discípulos fue el ministerio del Espíritu Santo. Abrió frente a ellos una gama muy amplia de verdades. Debían recibir sus palabras por fe, y el Consolador les haría recordar todas las cosas. 
El consuelo que Cristo les impartió mediante esta promesa tiene su fundamento en que la divina influencia estaría con sus seguidores hasta el fin. Pero su ofrecimiento no es aceptado ni creído por la gente en nuestros días, y la iglesia tampoco lo aprecia ni espera su cumplimiento. 

 La promesa del don del Espíritu de Dios se considera como un asunto de poca importancia para ella. No ha dejado sus huellas en los feligreses y, en consecuencia, los resultados no pueden ser diferentes: sequía espiritual, oscuridad espiritual, decadencia y, por ende, muerte espiritual. 
 Asuntos triviales ocupan la mente de los creyentes. Sin embargo, la posesión de este poder divino -necesario para el crecimiento y la prosperidad de la iglesia-, traería todas las otras bendiciones de las cuales carece, y que se nos promete en su infinita plenitud.

 Mientras la iglesia se conforme con asuntos de poca importancia, continuará descalificándose para recibir los dones mayores que Dios ofrece. ¿Por qué será que no tenemos hambre y sed de recibir este regalo del Espíritu Santo, siendo éste una virtud que puede mantener puro el corazón? 
 En los designios del Señor, el poder divino debe cooperar con el esfuerzo humano. Es fundamental que el creyente comprenda el significado de la promesa del Espíritu Santo antes que Jesús venga por segunda vez. Hablen acerca de esto, oren por él, prediquen acerca de él; porque el Señor está más deseoso de conceder el Espíritu Santo que los padres a dar buenas dádivas a sus hijos. "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna"Juan 3:16. Review and Herald, 15 de noviembre de 1892. EGW RP MHP

23. “LA CONVERSIÓN CREA NUEVOS INTERESES”

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Efesios 4:22. Dios ...