martes, 24 de julio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 11. AGUA VIVA PARA COMPARTIR.


Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; 
sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. (Juan 4: 14).
 Siendo que el plan de redención comienza y termina con un don, así también debemos compartirlo. El mismo espíritu de sacrificio que compró la salvación para nosotros, habitará en el corazón de los que llegan a ser partícipes del don celestial. El apóstol Pedro recomienda: "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios" (1 Ped. 4: 10). Al enviarlos, Jesús dijo a sus discípulos: 
"De gracia recibisteis, dad de gracia" (Mat. 10: 8). El que está en completa afinidad con Cristo, no puede albergar exclusivismo ni egoísmo. Quien bebe del agua de la vida hallará "en él una fuente de agua que salte para vida eterna" (Juan 4: 14).

 El creyente que tiene el Espíritu de Cristo es como un manantial refrescante que pone esta agua al alcance de los que están a punto de perecer en el desierto. El mismo espíritu de amor y sacrificio personal que hubo en Cristo fue el que impulsó a Pablo en su amplio ministerio. Dijo: "A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor" (Rom. 1: 14). "A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada la gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo" (Efe. 3:8). El Señor dispuso que su iglesia refleje al mundo la plenitud y la eficacia que hallamos en él. 

 Constantemente estamos recibiendo los dones de la liberalidad divina, y, al impartirlos, representamos al mundo el amor y la beneficencia de Cristo. Mientras todo el cielo está en actividad, enviando mensajeros a todas partes de la tierra con el propósito de promover la obra de la redención, la iglesia del Dios viviente debería actuar como colaboradora de Jesús. Somos parte de su cuerpo místico, y él es la cabeza que controla todos sus miembros. En su infinita misericordia, Jesús mismo está obrando en el corazón humano, en el que realiza transformaciones tan sorprendentes que los ángeles lo observan con asombro y alegría.- Review and Herald, 24 de diciembre de 1908. EGWRP MHP

jueves, 5 de julio de 2018

I. LA VENIDA DEL ESPÍRITU: 10. CORAZÓN CON LEVADURA.

 

Y volvió a decir: ¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura, que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado. (Lucas 13:20, 21). 
La parábola ilustra el poder de penetración y asimilación que tiene el evangelio, cuando obra en el corazón de los feligreses, para darle a la iglesia un carácter a la semejanza divina. Como la levadura actúa en la harina, así el Espíritu de Dios obra en la vida del creyente que absorbe todas sus capacitaciones y poder, conformando su espíritu, mente y cuerpo a la semejanza de Cristo. En la parábola, la mujer mezcló la levadura con la harina. Era necesario suplir una necesidad. De este modo, Dios desea enseñarnos que, fuera de él, no existe ningún otro medio de salvación. Mediante el ejercicio de la voluntad nadie puede transformarse por sí mismo. La verdad tiene que ser recibida en el corazón. Así opera la levadura celestial. Gracias a su poder vitalizante y transformador cambia el corazón. Despierta nuevos pensamientos, nuevos sentimientos, nuevos deseos y propósitos. 

 Se produce un cambio de la mente, y se ponen en acción todas sus capacidades. No es que al hombre se le impartan nuevas facultades, sino que éstas son santificadas. La conciencia que había estado muerta, ahora despierta. Pero el hombre solo no puede hacer esta obra por sí mismo. La realiza únicamente el Espíritu Santo.

 Todos los que desean ser salvos, encumbrados o inferiores, ricos o pobres, deben someterse a la acción de ese poder. A Nicodemo, Cristo le presentó la verdad de este modo: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios... Lo que es nacido de la carne, carne es; lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo. El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu" (Juan 3: 3, 6-8). Cuando nuestras mentes estén controladas por el Espíritu de Dios, podremos entender las lecciones que nos enseña la parábola de la levadura. Los que abren su corazón para recibir la verdad, podrán experimentar el gran poder transformador que tiene la Palabra de Dios.- Review and Herald, 25 de julio de 1899. EGW RP MHP

23. “LA CONVERSIÓN CREA NUEVOS INTERESES”

En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos. Efesios 4:22. Dios ...